A diferencia de otras especies de Trichinella, su alta infectividad en ciertos mamíferos como cerdos, ratas y humanos, permitieron su establecimiento tanto en ciclos parantrópicos o silvestres como en sinantrópicos o domésticos, y su difusión a nivel mundial, siendo por tanto la especie más frecuente en los casos de triquinelosis o triquinosis humana, y también la más patógena.
Los nemátodos luego producen su descendencia que migra a través de la pared intestinal hacia el torrente sanguíneo.
En los Estados Unidos se presentan cuarenta casos de triquinosis al año aproximadamente.
Cuando el tejido muscular, mal cocido o crudo (en cecina) es ingerido por un humano, los quistes se digieren en el estómago y las larvas liberadas migran al intestino para comenzar un nuevo ciclo de vida.
La parasitosis del intestino producida por el nematodo en distintas fases de maduración y el adulto pueden producir manifestaciones clínicas como dolor abdominal, diarreas y vómitos, pero el cuadro clínico puede ser mucho más grave posteriormente tras la migración de las larvas y su establecimiento en el músculo estriado, con manifestaciones tanto locales (mialgias o tetania) como sistémicas (edemas periorbitales o hemorragias debajo de las uñas).
Dependiendo de la intensidad de la infección y factores del hospedador como la edad, la infección puede ser asintomática, producir síntomas leves e inespecíficos que se confundan con otras patologías o producir un grave cuadro clínico, ocasionalmente mortal debido a complicaciones cardíacas, pulmonares o cerebrales.
El ano es casi terminal y las hembras son dos veces más grandes que los machos.
En el final posterior, el único útero está lleno de huevos desarrollados y jóvenes en nacimiento.
La mayoría de las personas con triquinosis son asintomáticas y la infección se resuelve por sí sola.