Coronación canónica

La coronación canónica es uno de los ritos litúrgicos católicos, instituido en el siglo XVII e incorporado en el siglo XIX a la liturgia romana, usado para resaltar la devoción por una advocación mariana y consiste en la imposición de una corona o coronas al icono o imagen escogida.

[1]​ El origen de este rito se sitúa en el siglo XVI, cuando los hermanos capuchinos, como culminación de sus misiones evangelizadoras, recogían joyas como símbolo de conversión y desprendimiento que fundían para confeccionar con ellas una corona para la Virgen.

Hasta el siglo XIX las coronaciones fueron fundamentalmente en Italia (en Roma hay más de 300).

Según la instancia o autoridad eclesiástica concedente, la coronación canónica puede ser:[2]​ Tendríamos que señalar aquí que en numerosas ocasiones, se ha denominado como "litúrgica" aquella que sin decreto alguno de la correspondiente autoridad eclesiástica, efectúa cualquier sacerdote, imponiendo una corona sobre una imagen de la Santísima Virgen.

Si por "Liturgia" entendemos el conjunto de ritos, celebraciones y acciones sagradas que la Santa Iglesia realiza para unirse al misterio redentor de Cristo y ofrecer la salvación obtenida por Nuestro Señor a quienes participan de los mismos; y que a tal fin la Iglesia establece una serie de normas necesarias para que tales cultos y ceremonias de desarrollen conforme a lo que la tradición y la fe eclesial tienen establecido; el adjetivo calificativo "litúrgico" (o "litúrgica") solo se puede aplicar a lo que tiene dispuesto la Sagrada Liturgia.

Esta ha sido coronada tres veces, en el año ya dicho, en 1960 y en 2009 como motivo del 1.er Centenario de su primera Coronación Canónica, es la única devoción con el distintivo de la Rosa de Oro, otorgada por el Papa Benedictino XVI, y es a su vez la primera Romería de España.