Controversia de la biopsiquiatría

La controversia en biopsiquiatría es una disputa sobre las bases científicas de la teoría y práctica en psiquiatría biológica.

Una organización crítica de la biopsiquiatría, el Centro Internacional para Investigar la Psiquiatría y la Psicología, señala que el dominante enfoque postula variables somáticas como factores causativos en los trastornos mentales.

En las palabras del profesor clínico de psiquiatría, Alvin Pam, "Dada esta visión del mundo fija, unidimensional, y mecanicista, la investigación en psiquiatría se ha dirigido a descubrir qué aberrantes factores genéticos o neurofisiológicos están detrás y son causa de la desviación social".

[1]​ Según Pam el enfoque de "culpar al cuerpo", el cual generalmente suministra medicamentos para el estrés mental, sustituye la evaluación del comportamiento perturbado en la familia, a putativos desequilibrios químicos.

Para los años 1930 las cárceles gigantescas de hospitales psiquiátricos se habían vuelto grandes e inmanejables.

Según Elliot Valenstein, en la imaginación popular moldeada por los medios recientemente la biopsiquiatría se ha vuelto más científica; tiene muchos psicofármacos eficaces, ha demostrado el fundamento genético de la esquizofrenia y se mueve siempre avante hacia psicofarmacología más específica.

Sin embargo, en contraste con enfermedades cerebrales como los tumores, esclerosis múltiple, meningitis, epilepsia o neurosífilis, después de más de un siglo los biopsiquiatras no han demostrado que los trastornos principales que diagnostican estén relacionados con lesiones cerebrales.

Los psiquiatras alegan que los medicamentos regulan los neurotransmisores y también alegan que ellos tratan las personalidades anormales eliminando el exceso de neuroquímicos o suministrando un déficit (aunque la eficacia de los antidepresivos y antipsicóticos no es incontestable).

A pesar de estas críticas, no existe otra teoría que cuente con mayor respaldo científico.

Otros arguyen que no hay ningún componente genético involucrado, sino que los patrones observados de transmisión familiar son neutrales respecto a la hipótesis de etiología genética versus la etiología ambiental.

[15]​ Por ejemplo, la perfusión sanguínea que puede verse con estas técnicas no está considerada como un biomarcador en la profesión médica.

En ciencia neurológica un biomarcador puede ser la fisiopatología, la histopatología o la presencia de microorganismos patógenos en el sistema nervioso.

Los biopsiquiatras reconocen que no pueden demostrar ninguno de estos biomarcadores en los principales trastornos del manual DSM (Andreasen]], 2004).

Sin embargo, para muchos lo más probable es que la conducta humana y su disfunción sean más naturalmente explicadas por una alteración del sistema nervioso central a nivel bioquímico o neurofisiológico en interacción con información procedente del medio externo.