El control poblacional se lleva a cabo actuando básicamente sobre dos variables: la reproducción o procreación —índice de natalidad— y la mortalidad.
La República Popular China es uno de los ejemplos más impactantes en el control poblacional en las últimas décadas, mediante procedimientos legales y económicos, que obligan por ejemplo a pagar multas y hacerse cargo del coste de los servicios sanitarios a quienes sobrepasan los límites marcados, generalmente uno o dos hijos por pareja.
Los movimientos migratorios humanos a gran escala suelen causar graves conflictos y desequilibrios entre comarcas o países.
También han diezmado fauna o flora que perjudicaba sus intereses y suponía una amenaza (maleza, arañas, serpientes, lobos, etc.).
El control según su estilo e intensidad puede producir diferentes resultados, tanto positivos como negativos, tales como la eugenesia (reproducción selectiva), evolución inducida, extinción, explotación y esclavitud.