Consumo conspicuo

En sociología y en economía, el término consumo conspicuo o consumo ostentoso u ostensible (en inglés: conspicuous consumption) describe y explica la práctica del consumidor de comprar y utilizar bienes de mayor calidad, precio o en mayor cantidad de lo práctico.

Para el consumidor conspicuo, la exhibición pública de ingresos discrecionales es un medio económico para alcanzar o mantener un determinado estatus social.

[2]​[3]​ El desarrollo de la sociología del consumo conspicuo de Veblen también identificó y describió otros comportamientos económicos, como el consumo invidioso, que es el consumo ostentoso de bienes, una acción destinada a provocar la envidia de otras personas; y la compasión conspicua, el uso ostentoso de la caridad destinado a mejorar la reputación y el prestigio social del donante;[4]​ por tanto, las prácticas socioeconómicas del consumismo derivan del consumo conspicuo.

[6]​ En ese contexto social e histórico del siglo XIX, el término «consumo conspicuo» se aplicaba de forma restringida a los hombres, mujeres y familias de la clase alta que aplicaban su gran riqueza como medio de manifestar públicamente su poder y prestigio social, ya fueran reales o percibidos.

[19]​ Cada interpretación variante y explicación complementaria se deriva de la proposición sociológica original de Veblen en The Theory of the Leisure Class: que el consumo conspicuo es un fin psicológico en sí mismo, del que el practicante (hombre, mujer, familia) deriva el honor de un estatus social superior.

En An Examination of Materialism, Conspicuous Consumption and Gender Differences (2013), los investigadores Brenda Segal y Jeffrey S. Podoshen explicaron las grandes diferencias en el consumismo practicado por hombres y mujeres.

[4]​ Este comportamiento ha sido reconocido desde hace tiempo y a veces atacado; por ejemplo, en la historia del Nuevo Testamento, en «la ofrenda de la viuda» se critica a las personas ricas que hacen grandes donaciones de forma ostentosa, mientras que alaba a las personas más pobres que hacen donaciones pequeñas pero comparativamente más difíciles en privado.

En 1919, el periodista H. L. Mencken abordó las particularidades sociológicas y psicológicas de los comportamientos socioeconómicos que constituyen el consumo conspicuo, preguntándose: ¿Disfruto de un baño decente porque sé que John Smith no puede permitírselo o porque me encanta estar limpio?

¿Admiro la Quinta Sinfonía de Beethoven porque es incomprensible para los congresistas y los metodistas, o porque realmente amo la música?

En el estudio "Borrowing to Keep Up (with the Joneses): Inequality, Debt, and Conspicuous Consumption" (2020), Sheheryar Banuri y Ha Nguyen llegaron a tres conclusiones: Las conclusiones de Banuri y Nguyen indican que el efecto cíclico de pedir dinero prestado para el consumo conspicuo conduce a la desigualdad económica y la perpetúa.

Asimismo, se concluye con que los pobres imitan, intentan igualar y emulan los patrones de consumo de los ricos para aumentar su estatus social y, tal vez, ascender en la sociedad.

Cuando el grado de financiarización es alto, la desigualdad tiende a reducir la tasa de ahorro nacional, ya que el efecto de emulación es más poderoso cuando la financiación está fácilmente disponible, pero puede producirse el efecto contrario cuando la financiarización es baja, ya que el efecto de emulación es débil y los ricos tienden a ahorrar más que los pobres.

[51]​ En el caso de que la desigualdad reduzca el ahorro y aumente el apalancamiento y la tendencia a registrar grandes desequilibrios por cuenta corriente a través del mecanismo de cascada del gasto, esto se ha asociado a crisis económicas más frecuentes y/o graves.

[61]​ En Utility from Accumulation (2009), Louis Kaplow afirma que los bienes ejercen una función de utilidad social objetiva, es decir, el hombre rico y la mujer rica atesoran bienes materiales, porque el atesoramiento, en sí mismo, funciona como un bien de estatus que establece su posición socioeconómica dentro de la sociedad.

Esta parte no se destruirá si disminuyen conjuntamente las rentas de todos los ricos.

El sociólogo y economista Thorstein Veblen acuñó el término "consumo conspicuo" y fue pionero del movimiento de economía institucional .
En el siglo XIX, el filósofo John Stuart Mill recomendó establecer impuestos a la práctica del consumo conspicuo.