Posteriormente, hacia finales de 1835 dejó de tener contenido y sus reuniones eran puramente formales, por no someterse a su opinión ningún texto.
El órgano estaba compuesto distintas personalidades de relieve del momento en que Fernando VII otorga testamento.
La composición original prevista en el testamento era la siguiente:[6] Así mismo, en el testamento se incluían suplentes para cada una de las categorías: Como secretario se nombraba a Narciso de Heredia, teniendo como suplemente a Francisco Cea Bermúdez.
Así sucedió en el caso del cardenal Juan Francisco Marco, que fue sustituido por Pedro Fonte, arzobispo de Méjico;[7] y en el de Francisco Javier Caro, sustituido por Nicolás María Garelli.
[9] Las funciones del consejo se limitaban a la emisión de informes sobre los asuntos que le fueran sometidos.