A diferencia de los tres anteriores, el congreso se celebró en la clandestinidad ya que la Internacional había sido prohibida cinco meses antes por el general Serrano, nuevo jefe del gobierno y del Estado tras el triunfo del golpe de Pavía que puso fin a la República Federal.
Así las Federaciones deberían «organizar todos los grupos revolucionarios que les sea posible, a fin de estar apercibidos y dispuestos para la acción revolucionario-socialista del proletariado».
[7] También se trató la cuestión de las huelgas sobre la que se acordó desaconsejar el empleo de la huelga general «como último medio pacífico de transformar la sociedad» y recomendar a los obreros, en su lugar, que «emprendan una vía franca y decididamente revolucionaria, consagrando todos sus esfuerzos a preparar y organizar la gran revolución internacional».
De esta forma la FRE optó por la vía insurreccionalista y se empezó «a dar alas al nihilismo (represalias personales, incendios de la propiedad) que poco después iba a alcanzar grandes vuelos, especialmente en Andalucía».
[10] Esta orientación más radical y violenta ya se había manifestado antes de la celebración del Congreso.
Además consiguió mantener el contacto con los internacionalistas europeos «por medio de viajes, correspondencia, presencia en o adhesiones a reuniones secretas», y enviar delegados a todos los Congresos de la Internacional anarquista.