Mediante el decreto 11/10/97, se declaró Monumento Histórico Nacional al conjunto arquitectónico.
[1] A lo largo de los años, diversas iniciativas buscaron restaurar y reabrir el edificio.
[6] En febrero de 1905 la confitería comenzó a funcionar en un local frente al Congreso Nacional.
En 1910 había finalizado la construcción de la Plaza del Congreso, y Brenna, ya en sociedad con los Rocatagliatta, necesitaba un nuevo edificio para unificar sus locales, por lo que solicitó al arquitecto Francisco Gianotti (constructor también del actual Banco Comafi y de la Galería Güemes, ambos en Buenos Aires) un proyecto que fusionara las distintas propiedades en un solo conjunto, con la exigencia de que las obras no interrumpieran la atención a los clientes.
Finalmente Cayetano Brenna la inauguró en 1917 (tal como puede verse hoy) en el mismo solar y con el nombre de Nueva Confitería del Molino, en la intersección de Rivadavia y Callao, frente al edificio del Congreso Nacional, flamante en ese momento.
En 1950 lo adquiere Renato Varesse y, años más tarde, se lo vende a Luis Armentano.
En 1978, Armentano vende el fondo de comercio y la marca a una empresa que más tarde se declararía en quiebra.
[3] Desde ese momento se suceden varios proyectos para su reapertura, que hasta el año 2010 no pudieron llevarse a cabo.
[9] A partir de mayo de 2010, la Agrupación «Para que se restaure la Confitería del Molino» juntó firmas y organizó diversas actividades, para lograr que las aspas del Molino giraran nuevamente.
[12] El inmueble, que tiene la forma básica del edificio académico típico de Buenos Aires, está constituido por tres subsuelos, una planta baja y cinco pisos.
[13] Su fachada, que abraza la esquina, tiene un desarrollo simétrico y está revestida en símil piedra París.
La confitería se inauguró en 1860, y en 1886 ingresó en la sociedad Cayetano Brenna, cuyos descendientes, aún hoy, poseen la propiedad del edificio.
Otros comensales célebres fueron Lisandro de la Torre, Eva Perón, Niní Marshall, Libertad Lamarque, Madonna y Carlos Gardel, que le encargó especialmente a Brenna un postre para regalarle a su amigo Irineo Leguisamo, con lo que creó el "Leguisamo", una sabrosa combinación de bizcochuelo, hojaldre, merengue, marrón glacé y crema imperial con almendras.