Derecho anarquista

Como la palabra ley está asociada a tratados impuestos y sobre los que frecuentemente no se tiene opción a negociar o crear, los anarquistas prefieren referirse al Derecho anarquizante como normativas consensuadas entre las partes denominadas contratos libres o pactos voluntarios.

Entre las máximas fundamentales del anarquismo está que ningún individuo tiene el derecho de forzar a otro individuo, y que cada uno tiene el derecho de defenderse a sí mismo contra la coerción.

Se han dedicado muchos esfuerzos para explicar cómo en las sociedades anarquistas abordarían el asunto de la criminalidad.[cita requerida].

Las comunidades anarquistas deben encontrar una base alternativa a la autoridad para fijar las reglas del contrato dentro de una asociación.

Esto se denomina singularidad, expresada bajo la frase "cada cosa porta su ley" que ejerce a través de su comportamiento usual.

[6]​ Cada partícipe de una asociación sin coerción, ni para ingresar en ella ni perteneciendo a ella, tiene iguales derechos y obligaciones, lo que se llama igualdad de asociación -cada miembro es su propio representante-, por lo que no hay mando de unos sobre otros sino acuerdos mutuos o pactos asociativos entre iguales en poder individual (conmutación), a su vez disociables.

Los pactos y asociaciones que formen voluntariamente los individuos entre ellos son soberanos (autogobernados/autónomos) por sí mismos, es decir a nivel interno, y ningún poder externo por la fuerza tiene autoridad para decidir sobre tales pactos o entidades soberanas.

La persuasión externa no es coacción, por lo tanto es una facultad legítima de los ajenos a las entidades internamente soberanas.

En situaciones simples las partes involucradas sencillamente pueden negociar o aclarar sus puntos en alguna reunión y modificar su contrato, pero es en casos en que no se llega a un acuerdo en que se plantean y discuten mecanismos de resolución de conflictos acordes con la organización libertaria.

[cita requerida] Para empezar, en una norma anarquista no tiene razón de ser la existencia de crímenes sin víctimas, puesto que un crimen solo sería el daño a otra persona o grupo pero no a sí mismo.

Para crímenes reales, es decir el daño a otras personas o grupos, muchos anarquistas descartan el castigo físico y la prisión porque consideran no contribuyen a pacificar la sociedad sino a volverla más violenta y vigilada; al contrario para la mayoría de los casos proponen medidas compensatorias es decir la realización de actos útiles para los afectados como pueden ser trabajos gratuitos o indemnizaciones,[7]​ aunque no se sabe bien qué se haría si el criminal rechaza realizar dichas medidas compensatorias.

Para debilitar la autoridad del Estado, los anarquistas proponen ignorar sistemáticamente las leyes que los diferentes gobiernos imponen, guiándose tan solo por la estricta ética personal o colectiva.

Sin embargo, hay corrientes como el anarcosindicalismo en las que ambas posturas han convivido.

Estas pueden desear si coexisten en apoyo mutuo con otras dentro de un esquema descentralizado y autonómico.