Dar la otra mejilla

Al principio del capítulo se menciona que Jesús rompió las reglas del sabbath, al no pasar ayuno y comer él y sus discípulos, argumentando que el hijo del hombre es Señor aun del sábado; y al curar a un hombre de su padecimiento de mano seca, cuestionando si ese día estaba permitido o no hacer el bien y salvar una vida.Recomendó hacerles el bien, bendecir a quien los maldijera, y orar por quienes los maltrataran; darles lo que pidan, y si toman la camisa, ofrecerles la capa; pues se debe tratar a los demás como uno quisiera ser tratado.Declara que se debe amar y hacer el bien a los enemigos, sin esperar recompensa, pues hacer eso mismo será la recompensa, pues se actuará como Dios actúa, dado que Dios es benigno aún con los malos.Así es como recomienda hacer caso de sus palabras, para entender los actos y así tener un fundamento para ellos, y construirse firmemente de manera que ni el golpe impetuoso del río pueda derribar la obra que se realiza.Todos ellos son la luz del mundo, que hace verle las buenas obras.Si uno va a rendir tributo al altar, pero tiene un asunto pendiente de esta naturaleza con el hermano, entonces este debe inmediatamente volver con el hermano y restablecer su amistad, y solo entonces hay que regresar a ofrecer presentes al templo.Explica entonces, como en el Evangelio de Lucas, por qué debe hacerse esto.Para superar los problemas aparentes que se daban entre esta legitimación y las ideas de «poner la otra mejilla» aquí expuestas.Los hombres comunes no dejaban de seguir los preceptos como este, pero estos tenían menor relevancia.