Acción (filosofía)

Una acción (del latín actio) es un evento realizado por un agente con un propósito y guiado por la intención de la persona.

[6]​ Las teorías causalistas incluyen las de Donald Davidson, que define las acciones como movimientos corporales causados por intenciones en la manera correcta, y las teorías volicionalistas, según las que las voliciones o intentos forman un aspecto principal de las acciones.

Las acciones pueden ser racionales o irracionales dependiendo del motivo por el que se realizan.

Las teorías causalistas, como la de Donald Davidson o las formas estándar de volicionismo, sostienen que las relaciones causales entre los estados mentales del agente y la conducta resultante son esenciales para las acciones.

Los no causalistas, por otro lado, niegan que las intenciones o estados similares causen acciones.

Algunas consecuencias están incluidas en la acción aunque el agente no tenía la intención de que sucedieran.

Entonces, el comportamiento corporal solo constituye una acción si fue causado por intenciones de la "manera correcta".

Este papel podría incluir reflexionar sobre qué hacer, elegir una alternativa y luego llevarla a cabo.

[7]​ Otra objeción es que las meras intenciones parecen ser insuficientes para provocar acciones pues son necesarios otros elementos adicionales, a saber, voliciones o intentos.

Por ejemplo, como ha señalado John Searle, parece haber una brecha causal entre la intención de hacer algo y el hacerlo realmente, que necesita un acto de voluntad para ser vencido.

Se pueden distinguir de las intenciones porque están dirigidas a ejecutar una acción en el aquí y el ahora, en contraste con las intenciones, que involucran planes de futuro dirigidos para hacer algo después.

[1]​ Pero esta afirmación es problemática porque amenaza con conducir a una regresión infinita: si algo es una acción porque fue causado por una volición, entonces tendríamos que postular una volición más en virtud de la que el primer intento puede considerarse una acción.

[3]​[17]​ Una crítica influyente de las explicaciones volicionales de las acciones se debe a Gilbert Ryle, que argumentó que las voliciones, o son "activas", en cuyo caso la regresión antes mencionada es inevitable, o no lo son, en cuyo caso no habría necesidad de plantearlas como un inerte explicativo "fantasma en la máquina".

[4]​ Las voliciones también se pueden utilizar para explicar cómo el agente conoce su propia acción.

[20]​ Se han hecho algunas sugerencias sobre este tema, pero sigue siendo un problema abierto ya que ninguna de ellas ha obtenido un apoyo significativo.

Pocos teóricos niegan que las acciones sean teleológicas en el sentido de estar orientadas a objetivos.

Sin embargo, la representación de una objetivo en la mente del agente puede actuar como una causa eficiente al mismo tiempo.

[23]​[26]​ Como señala, solemos tener muchas "razones" diferentes para realizar una misma acción.

[4]​ Por ejemplo, Lincoln murió a causa de sus heridas al día siguiente, un tiempo significativamente después del tiroteo.

[27]​ Por lo tanto, contraer un músculo determinado es una acción básica para un agente que ha aprendido a hacerlo.

[1]​[4]​ Una visión contrastante identifica las acciones básicas no con los movimientos corporales, sino con las voliciones mentales.

[1]​ Una motivación para esta posición es que las voliciones son el elemento más directo en la cadena de agencia: no pueden fallar, a diferencia de las acciones corporales, cuyo éxito es inicialmente incierto.

[10]​[17]​ En este sentido, no es raro entender los movimientos corporales como la única forma de acción.

Pero esta posición implica varios problemas, como se explica en la sección correspondiente anterior.

[17]​ Las acciones mentales, en sentido estricto, son preliminares o catalíticas: consisten en preparar la mente para que surjan estos contenidos.

[17]​[30]​ Candace L. Upton y Michael Brent objetan que este relato de las acciones mentales no es completo.

[17]​ Una razón para dudar de la existencia de acciones mentales es que los eventos mentales a menudo parecen ser respuestas involuntarias a estímulos internos o externos y, por lo tanto, no están bajo nuestro control.

La respuesta más directa a esta pregunta cita el deseo del agente.

Las creencias del agente son otra característica relevante para la explicación de la acción.

Por ejemplo, un fumador empedernido puede tener un impacto negativo en la salud de las personas que le rodean.