[3] Se capturaron más de 1.000 fusiles, algunos descompuestos, pero la mayoría útiles, algunas ropas y muchos pertrechos.
[3] El capitán José María Benavente fue enviado a pedir la rendición del puerto, siendo bien recibido por sus enemigos pero con respuestas negativas.
Aquel les informó de las débiles defensas y José Miguel se decidió a atacar.
Sin embargo, los realistas sabían que iban a atacarlos y deseosos de desmontar la artillería para embarcarla, pidieron cuatro horas para dar una respuesta.
Al norte del camino había otra posición cuidada por 50 fusileros apoyados por lanchas cañoneras en la costa.
[7] Una compañía de granaderos a cargo del capitán Manuel Rencoret entró al pueblo cuando los últimos monárquicos huían.
Le acompañaba el capellán Juan Miguel Benavides, quien llegó hasta una batería donde flameaba una bandera española y la destrozó con sus manos.
[10][11] Después de la victoria, José Miguel permitió a las tropas saquear el puerto por algunas horas.
[18] Entre los prisioneros estaban el brigadier Simón Rábago, enviado a reemplazar al enfermo Pareja, cuatro oficiales, 30 subalternos y otros funcionarios administrativos, destacando el médico Manuel Julián Grajales, quien propagó la vacuna contra la viruela al país años antes.
[17] Esta exitosa operación garantizó que las últimas fuerzas realistas en el país, atrincheradas en Chillán, no podrían recibir refuerzos hasta fin de año.