Los soldados chilenos eran dirigidos por el sargento mayor Ezequiel Villarreal, cuya sagacidad y buen tino evitó que se cometieran excesos perpetrados por la soldadesca.
[1] Al oír los disparos, los chilenos, se desplegaron en grupos por diferentes sectores aledaños a la plaza de armas, desarrollándose un nutrido tiroteo.
El mayor Villarroel, desde San Pedro, envió efectivos de caballería e infantería a Guadalupe, pero llegaron cuando todo había terminado.
Aquella misma tarde, después que el orden estuviera completamente restablecido, transitaba un sargento chileno por la calle y al pasar por la casa que ocupaban Fernando Albújar, Justo Albújar (zapateros) y Manuel Guarniz (aprendiz de zapatero) un tiro le perforó el kepí, sin causarle ninguna herida.
[3] Informado el teniente Sepúlveda ordenó el apresamiento de los Albújar y su ayudante Manuel Guarniz, considerándolos autores del disparo.