El subteniente chileno Benavides ordenó al subteniente Manuel Segundo Salas Marchán salir hacia Tarma para avisar al coronel del Canto y solicitar refuerzos.
Benavides ordenó aprovisionarse de agua y comida, e impartió la orden a sus hombres de sacar algunas piedras de los muros para poder disparar hacia el exterior desde una posición relativamente segura, pudiendo así repeler los ataques y evitar ser heridos por el fuego enemigo.
[4] Ante este repliegue, Benavides ordenó mantenerse al interior de la estructura, ya que sus soldados deseaban calar bayonetas y salir en persecución del enemigo.
[4] Así prosiguió el combate hasta la llegada de los refuerzos chilenos cerca de las 14:00, cuando la compañía del Lautaro salió de su refugio y se dirigió a la quebrada para enfrentar a las tropas peruanas que se retiraron del campo hacia los cerros que estaban a sus espaldas.
[1] La historiografía peruana agrega que el capitán Alejandro Torres pidió refuerzos a Cáceres, quien envió una compañía del batallón Zepita, ocupando Tarmatambo mientras las fuerzas chilenas se retiraban hacia Tarma.
Ese mismo día, Cáceres estableció en Tarma su nuevo cuartel de operaciones.