Los ciclos de Born–Haber se usan principalmente como medio para calcular la energía reticular, que no puede ser determinada experimentalmente.
Podría pensarse que solo se formarían compuestos iónicos en el caso de que la energía liberada cuando el no metal capta electones, Ae, iguale o supere a la requerida para la ionización del metal, Ei.
Algunos químicos la definen como la energía para romper los compuestos iónicos en iones gaseosos.
Si el elemento es una molécula (por ejemplo F2), habrá que tener en cuenta su entalpía de disociación.
La energía necesaria para arrancar un electrón y formar un catión es la energía de ionización, mientras que la necesaria para añadirlo y formar un anión es la afinidad electrónica.