Según la tradición, la chupilca del diablo corresponde a una bebida, preparada a partir de la mezcla de aguardiente y pólvora negra, distribuida a los soldados chilenos durante la Guerra del Pacífico (1879-1884) y a la que se le atribuyeron poderes mágicos que hacían que el soldado entrara en un trance, alcanzando fuerzas sobrehumanas.
[3] La chupilca del diablo es nombrada por el escritor Jorge Inostroza Cuevas en su novela épica Adiós al Séptimo de Línea, donde se cuenta que los soldados peruanos llamaban «los endiablados» a los soldados chilenos por el estado de euforia y excitación que esta bebida les provocaba.
[4] Pese a lo anterior, actualmente se asegura que esta bebida sólo es un mito, que podría basarse en la afición de los soldados por el aguardiente, bajo cuyos efectos se aumentaba la agresividad y la temeridad, que facilitarían los excesos durante y después de una batalla.
Esto es factible ya que los berserkers nórdicos entraban en trance de la misma forma.
[1] Algunos soldados han terminado intoxicados, o incluso muertos, al probar esta bebida puesto que la pólvora negra es tóxica —más aún la actual nitrocelulosa/pólvora sin humo—.