Castella adulterina
En la historia de Inglaterra de los siglos XI a XIII, la castella adulterina[1][nota 1] (en inglés adulterine castle; en español, castillo adulterino) se refiere, normalmente, a un castillo construido sin la autorización o permiso del monarca o, siguiendo la tradición de los normandos recién llegados a las islas británicas, de un duque.[3] Sin embargo, el término es confuso, entre otras consideraciones porque no está bien documentada la historia de la construcción de fortificaciones en Inglaterra antes del siglo XI, y existe aún mucho debate entre los historiadores acerca de quién tenía permiso para construir fortificaciones o bajo qué circunstancias.[3][1][nota 4] En parte, la dificultad de definir al castillo adulterino se debe a la falta de documentación respecto a su construcción, precisamente por haber sido construido sin permiso.[10] Así mismo, es probable que en muchas casos la fortificación, no solo con almenas, sino también lon fosos, fuese incluso simplemente simbólica, de la misma manera que hoy en día muchas de las alarmas contra robo y la cámaras de vigilancia son postizas.[6][nota 6] No obstante lo anterior, salvo algún caso en concreto, no consta que un monarca concedería licencias expresas para construir castillos hasta el reinado de Juan I[1] a finales del siglo XI, aunque está documentado el permiso que Enrique I concedió al arzobispo de Canterbury en 1127 para construir en Rochester un municuionem (fortificación) o turris (torre).