Se abandonaron los antiguos trazados medievales, basándose en la red de calzadas romanas (construidas a su vez sobre la anterior red de vías megalíticas y castreñas) en las que los caminos generalmente no seguían los valles, sino las penillanuras o interfluvios, como es el caso de Caritel.
Las nuevas tecnologías de construcción (puentes, túneles) favorecieron las rutas que seguían los valles fluviales y, como consecuencia, las conexiones comerciales, tanto por carretera como por ferrocarril, se trazaron mucho más al sur.
[8] Al igual que en muchas otras aldeas de la media montaña pontevedresa a finales del siglo XIX y hasta pasada la mitad del XX se produjo un intenso movimiento migratorio con destino a otros países.
En Caritel los destinos más frecuentes fueron Portugal (con el cual ya había tradición migratoria desde, al menos, doscientos años antes), Brasil, México y, más recientemente, a partir de mediados del siglo XX, al País Vasco y a Suiza.
Las piedras tienen el lado orientado hacia la corriente del río tallado en forma triangular, para resistir mejor la fuerza del agua, especialmente durante las crecidas que se dan regularmente durante el invierno.
La hornacina está enrejada, y debajo aparece el caño de una fuente.
El panel es de madera policromada, mostrando a San Antonio con el niño Jesús en brazos.
Para alimentarlo se construyó una presa de grandes dimensiones que bloquea todo el curso del río y permite regular la cantidad de agua desviada al molino.
El piso superior del molino actuaba como posada, ya que en estos casos la molienda se prolongaba durante varios días.
También en el río Pequeno hay existen otros molinos en diferentes estados de conservación.