La almas del Purgatorio son una de las mayores devociones presentes en la cultura gallega.
No obstante, es al parecer en el siglo XVIII cuando se erigen en Galicia la mayor parte de estos monumentos dedicados a las ánimas, estando los más antiguos que se conservan fechados en el siglo XVII.
La finalidad de estos elementos es que los vivos puedan ofrecer una limosna para la salvación de las almas en pena que debido a su estancia en el Purgatorio no pueden hallar el descanso eterno, pudiendo gracias a este acto alcanzar el Cielo.
La limosna ofrecida puede consistir en diversos objetos como flores, cera, patatas, maíz, pan o aceite,[6] aunque generalmente esta es monetaria.
Tanto la dimensión como la iconografía de los petos son variadas, por lo que resulta difícil establecer una morfología general, aunque casi todos poseen los siguientes elementos: Es costumbre que al pasar por delante de un peto se rece una oración por las ánimas para que puedan salir del Purgatorio.