[1] La afluencia de curiosos fue reportando beneficios a la familia que cobraba la entrada, venta de fotografías y los derechos a los numerosos reportajes en prensa.
Iker Jiménez inicialmente les dio validez y las añadió a su libro pero posteriormente diría que eran una falsificación.
[2] Adeptos a la parapsicología consideraron este suceso como «sin duda, el fenómeno paranormal más importante del siglo XX».
Cinco días más tarde se raspó la supuesta cara y el albañil Sebastián Fuentes León echó yeso sobre la misma.
Sin embargo, siempre según las declaraciones de los protagonistas, la supuesta cara reapareció días más tarde.
Este método, usado en fotografía y empleado ya en los cuarenta por activistas antifranquistas,[6] es muy eficaz, ya que los rostros aparecen al tiempo de haber sido pintados[7] Más tarde fue realizado otro análisis a las caras por el CSIC, en el cual no se mostraban restos de las sustancias señaladas como componentes de las caras en el primer análisis.
[9] A partir de los 80 las nuevas caras sufren un cambio estilístico, pierden expresividad y se hacen más simples e infantiles.
[10] En esa época surgen otros fenómenos catalogados como "sensacionales" incluyendo supuestas psicofonías y las apariciones de los rostros del dictador Francisco Franco y de la socialite Isabel Preysler.
Periodistas como Iker Jiménez escriben sobre este tema para la revista y en su programa Cuarto Milenio.
Se trata de la única marca registrada en esta oficina que incluye el topónimo "Bélmez".
A los pocos días, Amorós lanzó la noticia del descubrimiento de las nuevas caras en la casa natal de María Gómez, obtenidas tras someter al suelo a un tratamiento que el SEIP describe tal y como Máñez describe el suyo.
Investigadores de lo paranormal han relacionado las teleplastias con otros fenómenos parapsicológicos, incluyendo psicofonías.
Tras extraer las muestras pertinentes de una de las caras bajo permiso de los dueños, Gracenea procedió a analizarlas y diagnosticó que las mismas «no estaban hechas con pintura», añadiendo que «según los conocimientos y las técnicas empleadas en la investigación, no aparece manipulación ni elementos externos».
[18] En segundo lugar, Alamancos intentó reproducir imágenes similares utilizando la variedad de métodos que muchos medios han dado por válidos durante años en el fraude (disolvente de hormigón, ácido clorhídrico y nitratos de plata), fracasando en la tarea y concluyendo que «la palabra que resume [su] opinión es desconcierto absoluto».
Aunque su laborioso estudio Sociología del milagro: las caras de Bélmez[20] fue el primer libro que un escéptico ha escrito exclusivamente sobre el caso, Serrano no realizó análisis químicos de las imágenes.
[22] En una entrevista realizada por dos miembros de la Sociedad Española de Parapsicología, Jordán declaró: Ha habido otros parapsicólogos escépticos que se inclinan a la hipótesis del fraude.
[25] En general, los cementos artificiales se fabrican a partir de piedra caliza, arcilla y yeso (los naturales se obtienen de rocas en que hay caliza y arcilla).
Existen algunos cementos, como el aluminoso, que se obtienen de materiales aluminosos y calizos, y que son de color negro (melanocrático).
(2) El porcentaje de cromo en los análisis es muy pobre para considerarlo como candidato.
Además, estos esmaltes tenían un amplio uso casero debido a la facilidad de su aplicación.
En el primer caso podrían utilizarse los ácidos nítrico, sulfúrico, muriático (clorhídrico), acético (vinagre) y otros.
Ruiz Noguez sugiere que habría que hacer pruebas en el suelo de la casa de Bélmez para ver cómo se comportaría con esas sustancias.
La excepción sería La Pava, que según Ramos Perera fue la única pintada.