En la plaza del pueblo había una fuente de dos caños inmensos que manaban un caudal del agua abundante, aunque no era apta para el consumo humano.
A partir de la segunda década del siglo XIX se convierte en una eminente zona residencial, solaza y de esparcimiento para la nobleza y la burguesía que construye fincas de recreo en las que generalmente pasa los duros meses del estío.
Al contrario que en Carabanchel de Abajo, que ya presentaba una incipiente industrialización —quizá debido a su mayor cercanía a la capital— los habitantes de Carabanchel Alto siguieron manteniendo su carácter campesino hasta la última década del siglo XIX.
La casa salesiana de Carabanchel Alto, como la mayor parte de las obras salesianas de principios del siglo XX en España, había comenzado abriendo un oratorio festivo para los jóvenes y gente trabajadora del pueblo, mientras se tramitaba la autorización canónica para erigir allí el noviciado céltico.
El agua corriente llegó a Carabanchel Alto en las décadas de los veinte y los treinta del siglo XX, proveniente de pozos y yacimientos cercanos al Prado Jordán, terrenos propiedad del Ayuntamiento.
Hasta el año 1972 no se haría cargo del abastecimiento el Canal de Isabel II.