[1] En marzo de 1916 la Liga Regionalista publicó el manifiesto Per Catalunya i l'Espanya Gran, redactado por Prat de la Riba —que moriría al año siguiente— y firmado por todos los diputados y senadores del partido.
Cuatro días después los diputados del Partit Republicà Català Marcel·lí Domingo, Salvador Albert y Julià Nougués, apoyados por otros tres diputados republicanos de otras regiones, presentaron en las Cortes una proposición de ley que decía: «El Congreso concede a Cataluña la autonomía integral».
[14] Según el historiador Javier Moreno Luzón, "Alfonso XIII se había convencido de que sólo la Liga, satisfecha con alguna pócima autonómica, podía disuadir a las masas y frenar la inminente revolución en Barcelona, trasunto de la rusa o la alemana".
Entonces Puig i Cadafalch se reunió con los miembros del Consejo Permanente de la Mancomunidad y con los parlamentarios catalanes y propuso que se formara una ponencia que redactara un proyecto de bases para la autonomía de Cataluña, que sería presentado al gobierno del liberal Manuel García Prieto.
[16] El 17 de noviembre de 1918, Macià dio una conferencia en los locales del CADCI donde presentó por primera vez al público la bandera independentista catalana que se acababa de inventar —y cuya primera aparición en la calle se había producido el día anterior—[17]: la estelada, con triángulo azul y estrella blanca.
Esa protesta, que puede traducirse en motín y ese motín que puede llegar a la revolución libertadora, sí, porque ella refleja el malestar del pueblo y las ansias que siente de salir de este estado […] cuanto signifique revuelta, cristalización y hechos revolucionarios lo aceptamos […] permaneceremos al margen, pero a la expectativa».
La ponencia nombrada por la Mancomunidad redactó el proyecto de bases en muy pocos días.
[26] También se opusieron a la cooficialidad del catalán, al que llamaron «dialecto regional».
Cambó llegó a sondear al gobierno francés sobre un posible viaje a París para defender la «causa catalana» pero la respuesta fue negativa al considerarla un «problema interior» español.
De hecho cuando en enero de 1919 el Comité pretendió organizar en París un homenaje a los voluntarios catalanes que habían combatido en la «Gran Guerra» el gobierno francés no permitió que se desplegara la estelada ni que se utilizara como acto de propaganda a favor de la independencia y obligó a que la reunión fuera presentada como un homenaje a los «voluntarios españoles».
UU.- sencillamente ignoró sus planteamientos porque ya tenía que negociar no pocos asuntos en toda Europa.
Añadió que la concesión del Estatuto no debilitaba los poderes del parlamento español porque este podía «derogarlo y aún… modificarlo», una afirmación, según el historiador Albert Balcells, "muy arriesgada" porque "había reconocido una cosa que negaba la soberanía del poder autónomo catalán", aunque "la lógica del discurso de Cambó –igual que la de las Bases presentadas— era federal y constituyente, ya que reivindicaba en los ámbitos de la competencia del poder regional catalán una soberanía total, completa, absoluta"[34] Intervino a continuación el portavoz de los liberales y por tanto del gobierno Niceto Alcalá Zamora que se opuso al proyecto de Bases, entre otras razones, porque era incompatible con la Constitución de 1876 y porque otorgaba a Cataluña «privilegios tributarios».
Acabó su discurso afirmando que si los catalanistas querían la autonomía debían renunciar a participar en la gobernación de España.
A continuación una manifestación recorrió las principales calles de la ciudad condal sin que la policía interviniera.
Los enemigos no los escogemos, ellos mismos dirán contra quién ha de ir Cataluña», declaró.
El día 20 se reprodujeron los incidentes, en los que los españolistas dispararon sus revólveres aunque no hubo heridos.
Había avances indudables pero, como señalaron los juristas nombrados por la Mancomunidad para que estudiaran la propuesta, se trataba más bien de un proyecto de descentralización administrativa ya que no se concedía al poder regional ninguna competencia exclusiva ni se le traspasaba ningún servicio del Estado y además se creaba una nueva figura, la del gobernador general de la región, que podía negarse a sancionar las disposiciones de la Diputación y de la Generalidad si consideraba que éstas contenían extralimitaciones.
En cuarto lugar, se incorporaba la figura del gobernador general con prácticamente las mismas facultades que las que tenía en el proyecto de la comisión extraparlamentaria de Madrid, aunque se le quitaba la competencia sobre el orden público.
Los ministros del gobierno catalán, nombrados por el gobernador general, serían responsables ante las dos cámaras.
Además de legislar sobre las materias que el Estatuto declaraba como exclusivas del poder regional, el congreso y el senado catalanes podrían acordar modificaciones de las leyes aprobadas por las Cortes en determinadas materias, como la legislación social, por lo que solo se aplicarían en Cataluña, siempre y cuando las Cortes no se opusieran.
Tampoco había un artículo que estableciera la oficialidad o cooficialidad del catalán.
También intervinieron grupos nacionalistas españoles de la Liga Patriótica Española que al grito de "Viva España" agredían a los manifestantes o a las personas que llevaban lazos con la bandera catalana.
El diario conservador La Vanguardia justificó la suspensión equiparando la campaña autonomista con las huelgas y los atentados anarquistas.
El mismo día 17 de enero hirieron a un joven obrero nacionalista catalán que murió tres días después.
Ese día un joven que llevaba una corbata con los colores de la bandera catalana fue atacado por un grupo de la Liga Patriótica Española, pero la gente salió en su defensa y los agresores tuvieron que huir.
"En todo caso, no se puede considerar que la Liga Patriótica Española y los grupos nacionalistas radicales fueran las dos caras extremas del mismo fenómeno.
Al llegarse a este punto muerto los diputados catalanes republicanos, regionalistas y tradicionalistas, pero no los de los partidos dinásticos, presentaron una moción el 18 de febrero para que se realizara en Cataluña un plebiscito sobre la autonomía.
Como ha señalado Albert Balcells, "después fue muy fácil decir que la huelga de la Canadiense había impedido desencadenar el boicot municipal.
Pero es evidente que no se podía preparar el Somatén como fuerza antisindicalista a las órdenes del capitán general [ante quien desfiló en Barcelona el 12 de enero] y, al mismo tiempo, programar un movimiento de desobediencia civil que tendría que haberse enfrentado al capitán general".
[63] En conclusión, según el historiador Borja de Riquer, la comisión extraparlamentaria presidida por Antonio Maura elaboró un proyecto de Estatuto muy recortado por lo que resultó inaceptable para los diputados catalanes que habían regresado al Congreso.