Calzada romana

[1]​ Proporcionaban medios eficaces para el transporte terrestre de ejércitos, funcionarios, civiles, comunicaciones oficiales y mercancías.

Los comerciantes romanos no tardaron en darse cuenta del valor de estas vías.

[6]​ El intenso comercio romano, tanto por mar como por tierra,[nota 1]​ propició la primera globalización.

Sin la red viaria, esta globalización no habría ido más allá de las orillas del Mediterráneo.

Según Ulpiano, había tres tipos de calzadas:[9]​ El primer tipo de calzada incluía los caminos públicos principales, construidos y mantenidos a expensas públicas, y cuyo suelo pertenecía al Estado.

Sículo Flaco, que vivió bajo Trajano (98-117), las llama viae publicae regalesque,[9]​ y describe sus características de la siguiente manera: Las calzadas romanas recibían el nombre del censor que había ordenado su construcción o reconstrucción.

El nombre de una vía se cambiaba si el censor ordenaba obras importantes en ella, como pavimentarla, repavimentarla o desviarla.

La segunda categoría incluía los caminos privados o rurales, construidos originalmente por particulares, a quienes correspondía su suelo y que tenían la facultad de dedicarlos al uso público.

Estas vías preparadas pero sin pavimentar se denominaban viae glareae o sternendae («ser esparcidas»).

La belleza y grandeza de las vías podría hacernos creer que cualquier ciudadano romano podía utilizarlas gratuitamente, pero no era así.

Los censores, encargados de la moral y las obras públicas, debían financiar las reparaciones suâ pecuniâ (con su propio dinero).

Algunos organismos oficiales ad hoc actuaron sucesivamente como autoridades constructoras y reparadoras.

En las provincias, el cónsul o pretor y sus legados recibían autoridad para tratar directamente con el contratista.

También parece que algunas personas actuaron en solitario y se responsabilizaron de determinadas vías.

[9]​ Los emperadores que sucedieron a Augusto ejercieron un control vigilante sobre el estado de las vías públicas.

Así, Vespasiano, Tito, Domiciano, Trajano y Septimio Severo fueron conmemorados como tales en Augusta Emerita.

Las vías romanas, dada la gran inversión que suponían, debían realizarse según un proyecto previo, y una vez aprobado se adjudicaba la ejecución de las obras.

Por su parte, el trazado en alzado se realizaría con niveletas, gracias a las cuales puede nivelarse tanto la explanación como las capas del firme.

Cuando la zona era bosque, la deforestación alcanzaría una franja más ancha, tanto por visibilidad como por seguridad.

Habría ocasiones en las que debía desmontase el suelo, en tramos donde se preveía el terraplenado, para eliminar materiales inadecuados para el cimiento, como bolsas de limos o terrenos en contacto con agua.

Las vías, ya con carácter definitivo, se planificaban una vez pacificado el territorio y consolidado el aparato administrativo romano.

[23]​ De las listas se pasaba rápidamente a una lista maestra, o a un planificador de rutas esquemático en el que las carreteras y sus ramificaciones se representaban más o menos en paralelo, como en la Tabula Peutingeriana.

Los viajeros y vendedores de itinerarios podían hacer copias del mismo.

Para los funcionarios imperiales, correos del Estado y personajes relevantes, el gobierno mantenía estaciones de paso, o mansiones, para su uso.

En los primeros tiempos, cuando apenas existían servicios extraoficiales, las casas situadas cerca de la carretera estaban obligadas por ley a ofrecer hospitalidad si se les solicitaba.

A medida que Roma crecía, también lo hacían sus tabernae, volviéndose más lujosas y adquiriendo buena o mala reputación según el caso.

En estos complejos, el conductor podía contratar los servicios de carreteros y equarii medici (veterinarios).

El vehículo para transportar el correo era un cisium con una caja, pero para entregas especiales, un caballo y un jinete eran más rápidos.

Las inscripciones de Nyon, Bingen y Eu mencionan «prefectos para la represión del bandidaje» (praefectus latrocinio arcendo).

[31]​ Estas consideraciones llevan a conjeturar que se construyeron fortalezas y campamentos militares cerca de las calzadas, desempeñando un papel en la vigilancia policial del Imperio.

Calzadas romanas en la época de Adriano , alrededor del año 125
Calle en Aeclanum , Italia
Zahorra de la capa superior en la calzada de Italia a Hispania en las proximidades de Villamarco (León), España
Miliario de Nerón a la salida del municipio romano de Cáparra (Capara), España
Detalle de la Tabla de Peutinger
Reconstrucción de un carruaje romano
Restos de la mansio de Letocetum , Wall, Staffordshire, Inglaterra