Curión primero se opuso a Julio César pero, posteriormente, se pasó al bando de este,[1][2] en el que combatió y murió, el 24 de agosto del año 49 a. C., durante la guerra civil.
Dieciséis años después, Cicerón reprochó esta relación a Marco Antonio en su segunda Filípica, en un tono próximo al libelo.
No obstante, tales esperanzas no se realizaron y el tribuno de la plebe Clodio se dedicó a perseguir a Cicerón, que tuvo que abandonar Roma.
[13] Hizo construir dos teatros, uno junto al otro, de madera y unidos sus graderíos por un pivote.
[18] La cuestión clave en la época era si se permitía a César presentarse al consulado in absentia[19] conservando su imperium, o no.
Si se le permitía, no habría lapso de tiempo en el que sus enemigos pudieran acusarle ante un tribunal.
De esa manera, pasaría un tiempo entre que César dejase su imperium y pudiera tener otro nuevo si resultaba elegido.
Durante esos meses como ciudadano particular cualquiera de sus enemigos podría acusarle ante un tribunal y si resultaba condenado, César vería acabada su carrera política, forzado al exilio.
Por ello tanto Pompeyo como César necesitaban hacerse con cuantos magistrados fuese posible para que defendieran sus intereses.
[20] Se creía que este antiguo anticesariano, uno de los pocos que se había atrevido a desafiar a César durante su consulado, dirigiría su poder e influencia contra César, y al principio así lo hizo.
[21] El cambio está documentado en las cartas entre Cicerón, por entonces en Laodicea y su protegido Marco Celio Rufo, que en mayo le da la noticia de que Curión se había cambiado de bando.
No obstante, Curión tenía que pensar de forma pragmática en su propia carrera política.
[29][30] Pero entonces intervino Curión planteando como tercera cuestión su anterior propuesta: que ambos procónsules depusieran su poder.
[33] El cónsul Claudio Marcelo se negó a acatar tal decisión diciendo que César ya estaba en marcha hacia Roma con diez legiones, habiendo pasado los Alpes; y que las dos legiones estacionadas en Capua debían prepararse de una vez para marchar contra César.
[34][35] Curión, sin embargo, negó la veracidad de la noticia, e impidió que se obedeciera la orden del cónsul.
[38] Entonces Claudio Marcelo, al que quedaban pocos días en el cargo, y Servio Sulpicio Rufo, que había sido cónsul en el 51 a. C., salieron de la ciudad para ir a la residencia de Pompeyo en las colinas Albanas.
Rápidamente, temiendo por su seguridad y estando próximo a acabar su mandato, por lo que podrían procesarle, huyó de Roma.
Ofreció devolver todas sus provincias y soldados, salvo dos legiones e Iliria con la Galia Cisalpina hasta que él fuera elegido cónsul.
Se produjo entonces la ocupación militar de la ciudad para prevenir alteraciones del orden público.
[47] Metelo Escipión, suegro de Pompeyo, hizo la siguiente propuesta: si César no deponía las armas en el día prefijado, se le debía declarar enemigo público; sometida a votación, logró la mayoría de los votos, oponiéndose sólo Curión y Celio.
Termo no presentó batalla, sino que salió de la ciudad y huyó.
Curión creyó esta noticia y marchó, con la mayor parte del ejército, en un cálido verano, por una carretera arenosa carente de agua.
Cuando llegó al río Bagradas vio que estaba tomado por Saburra y el propio rey Juba.
Curión tuvo que retirarse a los altos, oprimido por la fatiga, el calor, y la sed.
Curión rechazó la posibilidad de huir, diciendo que no podía mirar a César a la cara después de haber perdido un ejército que él le había confiado.
[59] Los númidas cortaron la cabeza a Curión y se la llevaron al rey Juba.
Veleyo Patérculo consideró que Cayo Escribonio Curión fue uno de los principales instrumentos en encender la guerra civil entre Julio César y Pompeyo:[62]
Pero del mismo modo se le consideraba que tenía notables talentos, particularmente como orador.
Las primeras siete cartas del Segundo libro de Cicerón Epistolae ad Familiares se dirigen a él.
Quintiliano, el retórico del siglo I d. C., ponía como ejemplo de cierto estilo humorístico, en que una réplica ingeniosa sigue de manera natural e inevitable a otra broma anterior, una entre Cicerón y Curión, quien siempre comenzaba sus discursos pidiendo perdón por su juventud, a lo que Cicerón contestó que «Encontrarás tu exordio más fácil cada día».