Fue detenido junto a las puertas de la ciudad por su propia madre, Veturia y por su mujer Volumnia, quienes le convencieron para que se retirara.
Tomando la iniciativa Coriolano y sus fuerzas cargaron contra las puertas de la ciudad y comenzaron a incendiar algunas casas cercanas a sus muros; el golpe de efecto fue tal que las fuerzas volscas se rindieron en el acto, y fue entonces cuando Cayo Marcio ganó el mote de "Coriolano".
Como resultado de lo que consideró una ingratitud, Coriolano exiliado ofreció sus servicios a los volscos, sus antiguos enemigos, contra Roma.
Plutarco sobre esta defección cuenta que Coriolano disfrazado, entró en la casa de un rico noble volsco, Tullius Aufidius.
Coriolano en este momento dudó, y aceptó recibir una delegación del senado para negociar una rendición sin derramamiento de sangre.
Temiendo Aufidius que Coriolano fuera absuelto, ordenó su inmediata lapidación antes de conocer la sentencia.