En el siglo IV, su función como indicadores disminuyó y se convirtieron principalmente en símbolos de propaganda imperial.
En el Imperio Oriental, aunque las vías se mantuvieron hasta el siglo VI, los miliarios se volvieron cada vez más escasos y finalmente dejaron de erigirse, ya que, al estar escritos en latín, perdieron su utilidad entre una población que hablaba principalmente griego, arameo o copto.
Se han descubierto numerosos ejemplares que ofrecen información valiosa sobre la red de calzadas y la presencia militar romana en la península.
Las inscripciones en estas columnas incluían el nombre y los títulos del emperador en el poder, resaltando las obras públicas llevadas a cabo durante su mandato.
En la parte oriental del Imperio, continuaron manteniéndose las vías hasta el siglo VI, aunque los miliarios fueron volviéndose cada vez más raros hasta dejar de ser erigidos, ya que, al estar escritos en latín, perdieron su funcionalidad entre una población que hablaba principalmente griego.