Cabaña Real de Carreteros

transportó lanas desde Mazarete, Selas y Aragoncillo, en el señorío de Molina, hasta Burgos.

En 1497, siendo reina de Castilla Isabel la Católica, se creó la Real Cabaña de Carreteros, posteriormente (1629) pasó a denominarse Cabaña Real de Carreteros, trajineros, cabañiles y sus derramas, al incorporar a otros agentes, como los muleros.

También hubo un alguacil procurador general de la cabaña y un alcalde mayor, quedando los niveles inferiores ocupados por subdelegados (cargo que en ausencia de otro nombrado ex profeso ejercían los corregidores) y delegados comarcales.

La institución fue suprimida definitivamente en 1836[5]​ (sus privilegios, suspendidos en 1821 con el trienio liberal habían sido restaurados en principio con la vuelta del absolutismo), pero el transporte en carretas soportó la competencia del ferrocarril (cuya red se extendió con dificultades por la geografía española) y continuó siendo muy utilizado hasta pasada la Guerra Civil Española (1936-1939), agonizando con la extensión de la motorización de la agricultura y del transporte por carretera, junto con las restantes características del modo de vida rural tradicional.

El escritor Miguel de Cervantes narra en la primera parte del capítulo XV un episodio acaecido entre unos arrieros (gallegos, según dice el propio Cervantes) y Don Quijote y Sancho del cual salieron bastante malparados estos últimos.

Carro de la Cabaña Real de Carreteros, con vigas recuperadas del Hospital de la Concepción de Burgos del siglo XVI gracias al Servicio Público de Empleo de la Junta de Castilla y León, expuesto en Madrid