Cañada Real Segoviana

Los dominios del pino silvestre alternan en orientaciones norte con los hayedo, acebos, melojos y en los bajíos fresnos servales, así como los prados de montaña que ha permitido el mantenimiento de la cabaña trashumante.

El río Saelices nos avisa para preparar el salto sobre las vías del ferrocarril Santander-Mediterráneo, línea hoy día abandonada.

Tras La Gallega, otro cauce con gran personalidad: el río Lobos, que, aguas abajo da nombre al parque natural, refugio de la Ermita Templaria de San Bartolomé, vigilada desde siempre por las legiones del buitre leonado que allí anidan y la visita estacional del alimoche.

Perdidos por tierras pardas se llega a Hontoria de Valdearados.

En la zona alta del pueblo las bodegas horadan el cerro formando un bosquete de torrecillas entre el carboneo de los sarmientos y el olor a cordero y vino del Duero.

Las vecinas Peñaranda y Peñafiel formaban parte de la barrera defensiva que velaba por el Valle del Duero en la Edad Media.

Desde lo alto se detiene para elegir sus siguientes pasos: hacia el sur vadeanado el arroyo de la Nava, por el Mojón del Roble y el cerro Valdobón, entra por las lomas margosas de Milagros hasta el río Riaza.

Saliendo de Milagros por el arroyo del Val para subir a las lomas entre vides y barbechos.

El cerro Carboneras (en Castillejo de Mesleón) que recuerda una actividad perdida.

Rebuscando entre las umbrías encontramos hayas dispersas que, en Montejo de la Sierra, se concentran formando un auténtico bosque.

Después vendrá Bustarviejo y por el arroyo del Collado Miraflores de la Sierra.

Las urbanizaciones aparecen como forma relevante del paisaje, dominando los llanos y las faldas de la Sierra.

Pasado cerca de Fuensalida y hacia Torrijos, la cañada ahora respetando su paso por dicha localidad se está reponiendo de árboles, arreglando caminos y tiene un merendero.

Habiendo dejado atrás las ruinas del Castillo de Montalbán, antigua ciudadela visigoda y musulmana reedificada por los templarios en el siglo XII y posteriormente reformada en el siglo XV.

Entre sus cimientos se encuentrans restos visigodos y probablemente romanos que ya antiguamente conocían la magia de este territorio.

La Cañada se desmorona por la laderas empinadas de encinas y jaras cayendo sobre Retuerta del Bullaque ya en Ciudad Real.

La presencia del cordel la delatan los alcornoque más añosos que desde sus copas enfilan a los siguientes.

Bordeando la Reserva Nacional del Cíjara repoblada de pinos resineros y piñoneros.

Abandonando la carretera el cordel se acomoda a las curvas del río Guadalemar.

El paisaje cambia: perdemos las dehesas de encinas que tornan en estepas.

En muchos lugares las pizarras se asoman descaradamente, afiladas, avisándonos de un suelo poble y pedregoso.

En La Serena aparecen sisones, avutardas, alcaravanes, cogujadas y alondras comunes, calandrias, gangas e infinidad de otras aves pardas que enriquecen estos lares.

Todas ellas son zonas ganaderas con sabor a La Siberia Extremeña, cerca Don Benito, Campanario y Castuera.

Se encuentra la casa, el arroyo y el paraje de Cañadahonda, enmarcado en un tramo estrecho pero vallado.

La cañada ha modificado su trazado facilitando desplazamientos, ajustándose a las descripciones de los pastores, visitadores extraordinarios, estudiosos, curiosos o aventureros, pero siempre celosa de su importancia, quiere seguir estando.

Principales Cañadas Reales de Castilla y sus equivalentes en los otros reinos españoles
Nº 5: Cañada Real Segoviana
Laguna Brava, en la Sierra de Neila, (Burgos) España
Río Riaza
Puentes en Buitrago del Lozoya, (Madrid)
Montes de Toledo
El cantueso adorna el paso de la Cañada en primavera.
La jara pringosa adorna las dehesas extremeñas