Su esposo sería también juez, y tendría un hijo que ejercería la misma actividad.
La "gruta de las oraciones" (construida en el siglo XX) se halla siempre abierta a visitantes.
En otra ocasión vio ante ella a Jesucristo torturado y muerto en la cruz.
Su padre se consideró incapaz para darle una educación como la que merecía una niña de su condición social, por lo que la envió a casa de su cuñada Catarina Bengtsdotter en Aspanäs, junto al lago Sommen, en Östergötland.
La ausencia del pontífice no desanimó a Brígida, pues sabía, debido a una visión que había tenido, que ella vería al papa y al emperador encontrarse en Roma.
En la iglesia de San Lorenzo in Panisperna, en la colina del Viminal, pidió a los transeúntes limosnas para los necesitados.
En 1368, el papa Urbano V regresó a Roma y el 21 de octubre se entrevistó con el emperador Carlos IV.
Las reglas fueron aceptadas con varias revisiones y fuertes cambios con los que probablemente Brígida no estuvo nada de acuerdo.
Nada más ser proclamado Gregorio XI en 1371, le auguró una muerte prematura si permanecía lejos de Roma.
[2] En 1371, cuando contaba con unos 68 años, Brígida hizo un viaje a Tierra Santa, con un itinerario que pasaba por Nápoles y Chipre.
En Nápoles murió su hijo Carlos Ulvsson, lo que le acarreó a Brígida grandes preocupaciones.
Cuando regresó a Roma en el verano de 1373, una enfermedad la debilitó, y finalmente murió en la actual Plaza Farnese.