En la Baja Edad Media se construyó en el mismo lugar un pequeño monasterio benedictino, del que apenas puede apreciarse ya uno de los muros y una ventana prerrománica esculpida en un solo bloque granítico cuadrangular.
El pueblo se fue extendiendo buscando la cercanía de las aguas del río Camba.
Durante años las aguas, previamente embotelladas, se distribuían por toda España y estaban a disposición de los compradores en las farmacias.
Un análisis, efectuado a principios del siglo XX, califica estas aguas como las más radioactivas dentro de las sulfurosas.
Son aguas de mineralización débil, bicarbonatadas sódicas, fluoradas, sulfuradas y frías con implicación termal.
[13] En 1956 las instalaciones cerraron debido a la postguerra y la penuria económica de aquellos años, que fue diezmando las visitas.
En la parte superior se encuentra una elegante espadaña de dos cuerpos decorada en sus lados por volutas y pináculos.