En realidad, el gobernador correntino era, posiblemente, más sinceramente federal que Rosas, pero la provincia se había aliado a los generales unitarios Juan Lavalle y José María Paz.
Por esto la ayuda en tropas y armamento de los paraguayos fue clave para poder levantar en pie un nuevo ejército correntino.
Paz se opuso e intentó derrocarlo, pero fue derrotado y debió huir de la provincia.
Meses después se firmaba el Tratado de Alcaraz, que sancionaba la paz entre Corrientes y las provincias federales, pero no obligaba a la provincia rebelde a participar en la guerra en Uruguay, donde se organizaban las últimas resistencias contra Rosas.
Urquiza se tomó varios meses para iniciar la campaña, ya que tenía la esperanza de convencer a Rosas.
Garzón y Urquiza lograron entrar en el "potrero", con lo que la ventaja defensiva se diluyó.
[1] Después de la batalla fueron ejecutados muchos más, degollados muchos soldados, y fusilados cuatro coroneles rendidos.
Semanas después se reinstalaba la legislatura federal que había sido disuelta cuatro años antes por los Madariaga, y ésta eligió gobernador al coronel mayor (general) Benjamín Virasoro.
Virasoro no dio problemas a Rosas y ayudó en el sitio de Montevideo.