Al ser expulsado Oribe y sus partidarios del Uruguay en 1839, buscaron asilo en la Argentina.
Los bandos se enfrentaron en la Batalla de Cagancha, en la cual las tropas federales y blancas comandadas por Pascual Echagüe fueron totalmente derrotadas por Fructuoso Rivera.
Sólo el apoyo prestado por Inglaterra y Francia a los colorados evitó la caída de la ciudad.
Allí estaba el general Rivera, recorriendo la campaña y enfrentando a los sitiadores.
[5] Regionalmente, sus aliados correntinos habían quedado vencidos en Arroyo Grande y no volverían a recuperarse hasta varios años después; y los farrapos tuvieron que rendirse ante las tropas imperiales en febrero de 1845.
En el acta firmada por todos los jefes presentes en esa oportunidad se consignó, entre otras cosas:
Más allá del espíritu combativo de la tropa riverista, la realidad era que se hallaban casi sin armas, mal vestidos y cansados.
Todas las divisiones pasaron parte sin novedad, procediéndose a formar en línea de batalla.
El dispositivo del general Urquiza se componía de tres alas y daba la espalda al arroyo Sarandí.
El ala derecha al mando del coronel Manuel Urdinarrain, formada básicamente por efectivos de la 1.ª División Entrerriana; el centro lo formaban la infantería y artillería al mando del mayor José María Francia; y el ala izquierda, al mando del coronel Miguel Galarza, estaba formada por escuadrones de orientales de la División Muñoz, y escuadrones entrerrianos de la 3.ª División Entrerriana.
Este momento produjo serias bajas en las fuerzas riveristas por el fuego de la Infantería del coronel Basabilbaso, obligando al coronel Blanco a replegarse, apoyado por los Escuadrones del Centro, posibilitando volver a la carga.
Mientras tanto, el jefe de la derecha enemiga observó esta maniobra de apoyo al coronel Blanco, y cruzando rápidamente la vertiente que tenía adelante, cargó sobre el cuerpo izquierdo al mando del coronel Silva.
El jefe del estado mayor general Rivera advirtió la maniobra e hizo alertar al coronel Silva que iba a ser tomado de flanco y ordenó que el coronel Bernardino Báez, reserva del cuerpo izquierdo, actuara en consecuencia.
El general Rivera se debatía en el cuerpo derecho, donde estuvo a punto de perder la vida, lo que se evitó por la oportuna intervención de los coroneles Blanco, Aguilar, Centurión y otros.