A Cornelio de Quezada le sucede Antonio Nolberto Cristi, entre 1812 y 1825, quien realiza acciones misioneras en el sector.
A pesar de esto, se siguen oficiando misas en un improvisado oratorio asentado en las ruinas del templo, reparadas parcialmente.
Este camino constituye el actual eje formado por las avenidas Arturo Prat y Carlos Condell.
Entre estos proyectos estaba el diseño de este nuevo templo, cuyo maestro constructor fue Jacinto Contreras, junto a una Comisión de Fábrica (compuesta por Manuel Francisco Morales, Luis Felipe Mujica, Demetrio Cuadra y Luis Valenzuela Parra) quienes estuvieron a cargo del trabajo arquitectónico, iniciado en 1882.
Las obras fueron lentas por falta de fondos y los trabajos se extendieron durante 12 años, hasta su inauguración en 1894, cuya terminación fue dirigida por el Vicepárroco Mario Peysson.
Este templo sobrevivió sin mayores cambios por varias décadas, hasta su derrumbe parcial como consecuencia del terremoto de 1985.
Durante este prolongado periodo de clausura, los oficios religiosos se celebraron en la casa parroquial adyacente al derruido templo.
Actualmente, el templo cuenta en su patrimonio con numerosas reliquias, y pinturas entre las que destaca el retrato de San Alberto Hurtado Cruchaga.