Al conocer su deposición, Esclero entró en negociaciones con gobernantes armenios, georgianos e incluso musulmanes para obtener apoyo en favor de sus reivindicaciones.
La ciudad había sido fortificada por Manuel Erotikos, padre del futuro Isaac I y antecesor de la dinastía Comneno.
Mientras tanto, Basilio rescató del exilio a Bardas Focas, un general que, tras levantarse en armas en el pasado, llevaba siete años encerrado en un monasterio.
Al no encontrar apoyo para nuevas acciones contra Constantinopla entre las potencias asiáticas, Esclero y su familia se retiraron a Bagdad en 980.
[9] En 987, la familia Esclero fue nuevamente llamada por Focas, que, aprovechando la guerra contra Bulgaria trataba de hacerse con la corona.
Resolvía sus diferencias, comía en la misma mesa que sus hombres, bebía de su mima copa, los llamaba por sus nombres y con su adulación se ganaba su alianza» (Miguel Psellos).
En 991, Esclero, ciego y cansado, viviendo en semicautividad en Tracia, recibió la visita de Basilio II, que se dirigía a Bulgaria.