Antonio de Haro y Tamariz

Trabó amistad profunda con otros pensadores del conservadurismo mexicano como Lucas Alamán y José María Tornel, ministros que lo protegieron de la enemistad de Juan Suárez y Navarro.

La Rebelión de Zacapoaxtla al grito de "Fueros y religión", azuzados por el obispo y soportado por la casta militar, pugnaba por abolir las reformas que los liberales radicales, como Benito Juárez, Melchor Ocampo y Miguel Lerdo de Tejada, habían logrado introducir en la Constitución de 1857 y que atentaban contra sus privilegios.

Haro y Tamariz aceptó liderar la campaña de presión, descendiendo con las fuerzas sublevadas sobre la ciudad de Puebla, que lo recibió con los brazos abiertos y que sirvió como indiscutible victoria moral del conservadurismo que empezaba a perfilarse en el país.

Pasó algunos años en París, donde llegó a comprar un edificio cercano a la actual Ópera Garnier y gastó una fortuna intentando recrear la vida social que llevaba en México; vivió en La Habana un par de años esperando poder regresar junto con las fuerzas de ocupación de Napoleón III, y así lo hizo, pero fue impedido por el Conde de Lorencez de asumir un cargo militar, pues ocupar los altos mandos militares les estuvo negado a los mexicanos.

Mariano Escobedo, en una carta a Melchor Ocampo, celebra el impedimento, pues decía que, de haberse presentado batalla, "ni todas las Cumbres ni todos los Zaragozas del orbe pudieran repetir el momento del que goza la lumbre nacional", refiriéndose a la celebrada Batalla de Puebla.