Manga de Clavo

Durante la intervención estadounidense de 1847-1848, fue incendiada y parcialmente destruida por el ejército invasor sin que volviera jamás a ser restaurada.[1]​Santa Anna adquirió la hacienda de Manga de Clavo en 1825, durante los años en que creció su influencia en la región —ocupando distintos puestos, incluyendo la presidencia de la República en seis distintas ocasiones, entre 1833 y 1855— la engrandeció en extensión y belleza, manteniendo una privilegiada ubicación estratégica con respecto a su entorno no solo geográfico, sino también militar, político y comercial.Este Sísifo mexicano se encontró en una dimensión perdida, en la repetición, recorriendo una y otra vez los caminos entre Palacio Nacional y Manga de Clavo, atrapado en el eterno retorno sin manera de romper el maleficio.Vimos después las dependencias y las oficinas; no hay jardines, pero él mismo (Santa Anna) decía que todas las doce leguas que le pertenecen son su jardín.De esta manera, la casa grande y las construcciones adyacentes fueron destruyéndose poco a poco hasta que solo quedaron ruinas al nivel del piso, dejando prácticamente de existir.
Johann Moritz Rugendas, Manga de Clavo. Hacienda del General Santa Anna . Kuperferstichkabinett, Staatliche Museen zu Berlin, Id. Number: VIII E. 2440, 1831-1834.
Vista del pozo de Manga de Clavo (Fotografía: Hugo Fernández de Castro, 2014)