[6] Esta hacienda —antiguamente conocida como El Encero—, al igual que otras como Las Ánimas o Lucas Martín, tuvo «una mayor movilidad de propietarios, y fueron objeto de especulación, por localizarse a la vera del camino real o por la cantidad de créditos hipotecarios que recaían sobre ellas, lo que disminuyó su valor y facilitó su circulación».
Desde 1590, las haciendas de La Concepción, La Orduña, Pacho y El Lencero contaron con ingenios y trapiches para la industria azucarera, así como esclavos negros hasta el último cuarto del siglo XVIII.
[12] Estando en la presidencia, era común que Santa Anna se retirara a su haciendas, El Lencero entre ellas, por su «disgusto hacia la capital», quizá por sus «antecedentes de la clase media provinciana».
[16] En 1870, la Tesorería General del Supremo Gobierno vendió El Encero a la «Sociedad Agrícola "El Encero"», conformada por arrendatarios, bajo la condición de que se dividiera el terreno entre los socios y se vendiera el resto en lotes pequeños.
No obstante, también se añadieron elementos que no existían originalmente, como un lago artificial; se completó una segunda planta, se construyó una «tienda de raya» y «soportales con grandes columnatas antes inexistentes», lo que Calonge Reíllo (2011) califica de «inautenticidad» e «históricamente aberrante[s]».