Contrajo matrimonio por poderes en su ciudad natal con el general Antonio López de Santa Anna y Pérez de Lebrón en agosto de 1825.
El matrimonio pasó a vivir a la Hacienda de Manga de Clavo, anterior propiedad del general.
En su libro Santa Anna of Mexico, Will Fowler sugirió que el matrimonio entre el general y la joven de 14 años fue de conveniencia, e interpretó la ausencia del novio como señal de su falta de amor y entusiasmo, mismos que continuaron siempre, por lo que prácticamente no guardó luto cuando se quedó viudo, contrayendo segundas nupcias con Dolores Tosta tan solo cuarenta días después de la muerte de su primera esposa.
[3] En su libro La Última Jugada de Santa Anna, Mario Melgar Adalid asegura que la fortuna de Santa Anna creció considerablemente tras su matrimonio con Inés García Uscanga, a cuyo matrimonio le atribuye su éxito económico.
[4] En su testamento, el general Santa Anna declaró que tan solo recibió en dote seis mil pesos de la época en propiedades rurales tras su matrimonio, aunque también declaró que su patrimonio creció de veinticinco mil pesos (con los que contaba antes de casarse) a un millón trescientos mil pesos tras la muerte de su primera esposa.