[2] Como otros anquilosaurianos, Antarctopelta oliveroi fue un macizo, herbívoro cuadrúpedo protegido por placas de armadura insertadas en la piel.
Al no conocerse un esqueleto completo, se estima que antarctopelta medía aproximadamente 4 m de largo.
Un hueso en particular, situado sobre la órbita del ojo e identificado como el supraorbital, exhibía una pequeña espina cónica proyectándose sobre los ojos.
[3] Dimensiones aun mayores que las encontrada en un dinosaurio mucho más grande como el Euoplocephalus (7,5 mm promedio).
Las placas oblongas planas se asemejaran a los que protegen el cuello del nodosáurido Edmontonia rugosidens.
Fue descubierto por geólogos argentinos Eduardo Olivero y Roberto Scasso, la tierra heladalas y las difíciles condiciones climáticas que hubo mientras se recogía e identificaba los restos fósiles de Antarctopelta implicó un trabajo que duró más de una década.
Solo hay una especie nombrada que es A. oliveroi, en honor al geólogo argentino Eduardo Olivero, quien descubrió el holotipo y trabajó en la Antártida durante décadas.
Otros anquilosaurianos también se han encontrado los sedimentos marinos, probablemente como resultado de las carcasas muertas que depositaba el mar.
A pesar de las temperaturas más altas, la largas noches todavía habría descendido en el invierno, como hace hoy en las latitudes extremas.
[12] La península antártica, incluyendo la Isla James Ross, estuvo conectada con Suramérica en esa época, permitiendo intercambio de fauna entre ambos continentes.
Sin embargo, no se ha encontrado ninguna evidencia todavía para apoyar una fauna común de anquilosáuridos entre Antártica y Suramérica.