Andrés Valenzuela Morales

Regresó brevemente a Chile treinta años después, en 2014, para declarar en diversas causas judiciales sobre derechos humanos.

Tres meses más tarde fue destinado a la Academia de Guerra Aérea (AGA).

Su confesión permitió establecer por primera vez con seguridad que muchos de ellos habían sido quemados, enterrados ilegalmente en fosas ocultas o lanzados al mar desde helicópteros y que estos procedimientos no eran prácticas aisladas, sino habituales y masivas.

La propia existencia del Comando Conjunto como organismo represivo que rivalizaba con la DINA en crímenes de lesa humanidad era hasta ese momento desconocida para las dirigencias de la izquierda que actuaban en el resistencia contra la dictadura y resultó ser una información muy importante para el esclarecimiento de varios casos.

Específicamente, en su confesión Valenzuela aportó información sobre la manera en que colaboraban «el Fanta» (Miguel Estay Reyno) y René Bazoa.

[4]​ Culminadas estas acciones, se declaró desertor de la Fuerza Aérea, entregando al abogado Contreras sus credenciales y asegurando que ya no volvería a la institución aunque ello significase su muerte.

Los abogados de la Vicaría contrastaban los datos entregados por el exagente con los que existían en sus propios archivos.

No detectaron incongruencias, todo parecía coincidir muy bien con las piezas de información anteriores.

[3]​ Mientras Valenzuela se encontraba oculto en el monasterio, en septiembre la Vicaría solicitó ayuda a su contacto en Argentina, Bernabela Herrera Sanguinetti, funcionaria de la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Buenos Aires.

[3]​ Francia, encabezada en ese entonces por el presidente François Mitterrand, le ofreció asilo político y protección como testigo especial.

Años más tarde, en 1990, Valenzuela se divorció de su primera esposa chilena y en 1992 contrajo matrimonio con una ciudadana francesa.

[7]​ En esa oportunidad fue requerido para declarar en siete causas judiciales con los jueces Alejandro Madrid, Miguel Vásquez, Leopoldo Llanos y Mario Carrozano, pero no aportó con sus declaraciones antecedentes nuevos que agregaran información muy relevante a lo ya declarado inicialmente, al menos en lo referente al paradero de detenidos desaparecidos o al esclarecimiento de los casos de ejecutados políticos.

Sin embargo, hizo declaraciones significativas para la investigación sobre la muerte del expresidente chileno Eduardo Frei Montalva, indicando que habría sido asesinado en la Clínica Santa María mediante compresas infectadas a propósito.

[7]​ La confesión inicial de Andrés Valenzuela, así como los datos que entregó en interrogatorios judiciales posteriores fueron muy útiles para la investigación de los operativos en los que participó directamente, como la Operación Fuenteovejuna, en la que, como represalia por el asesinato del intendente de Santiago general Carol Urzúa, fueron asesinados en un falso enfrentamiento los militantes del MIR Sergio Peña Díaz, Lucía Vergara Valenzuela y Arturo Vilavella Araujo, y el Montaje de Janequeo 5707, en el que fueron ultimados otros dos militantes del MIR: el argentino Hugo Ratier Noguera y el veterinario Alejandro Salgado Troquián.

[3]​ Durante su viaje a Chile en 2014, al ser consultado en una entrevista sobre si ha temido por su vida en el exilio, Valenzuela respondió:

La periodista negó enfáticamente conocer a Valenzuela, ante lo cual el falso sacerdote la amenazó con una pistola.

Afortunadamente, no pasó a mayores y se retiró del lugar (posiblemente no tenía órdenes de disparar o causarle daño físico, pero ninguno de los presentes se explicó el desenlace).

« Nido 20 »: uno de los centros secretos de operaciones, detención y tortura del Comando Conjunto . La casa, ubicada en Santa Teresa N.º 037, comuna de La Cisterna , había sido expropiada a una dirigente del MIR. Hoy es un museo.
Monumento en memoria de Manuel Guerrero, Santiago Nattino y José Manuel Parada en el sitio donde fueron hallados sus cuerpos, cerca del aeropuerto de Santiago