André Kertész

Allí Kertész tuvo una vida relajada, rodeado de paisajes pastorales que más tarde influenciarían su carrera.

[5]​ Allí conoció a su futura esposa, Erzsebet Salomon (quien más tarde cambiaría su nombre por Elizabeth Saly).

Kertész rehusó utilizar este proceso y rechazó la medalla, aceptando solo un diploma de la asociación.

[3]​ Su hermano Jenő también emigró a Argentina, pero Elizabeth permaneció en Hungría hasta que Kertész se pudiera establecer en París.

Kertész fue uno de los muchos artistas que emigraron del Imperio Austrohúngaro, como François Kollar, Robert Capa, Emeric Fehér y Brassaï.

Kertész disfrutaba particularmente visitando a sus amigos escultores y también le impresionaba el cubismo.

[1]​[2]​[5]​ En 1930, Kertész ganó una medalla de plata por sus servicios a la fotografía en la Exposition Coloniale en París.

[5]​ Varias revistas francesas como Vu y Art et Médecine publicaron fotos hechas por Kertész,[3]​ muchas de las cuales fueron usadas en portadas.

[2]​[5]​ Kertész trabajó frecuentemente junto al editor de la revista Vu, Lucien Vogel, quien publicaba sus fotografías sin comentarios y le dejaba realizar reportajes sobre temas diversos.

Kertész disfrutaba viajar en París y sus alrededores tomando fotografías relacionadas con el tema que Vogel le asignara.

En algunos casos la imagen de los modelos, Najinskaya Verackhatz y Nadia Kasine, aparecía tan distorsionada que solo algunas extremidades o facciones eran reconocibles en la fotografía.

[1]​[2]​[4]​ Kertész publicó el libro Distorsiones con todas las fotografías más adelante ese mismo año.

[1]​[4]​[5]​ Aunque su familia no lo sabía, Kertész se había casado con una fotógrafa francesa llamada Rosza Klein (también conocida como Rogi André) a finales de los años 1920.

Su situación empeoró cuando la agencia Keystone le hizo pasar la mayor parte del tiempo trabajando en el estudio de la compañía, a pesar de haberle ofrecido transporte a diferentes lugares para que realizara periodismo fotográfico.

En Francia había sobrellevado su incapacidad para hablar francés, pero en Nueva York, donde se sentía como un forastero, sus problemas con el lenguaje tuvieron un efecto mayor.

[1]​[4]​ Sintiéndose cada vez más frustrado con la ciudad, Kertész dejó Keystone luego de que su jefe Ernie Prince abandonara la compañía en 1937.

[5]​ Kertész, enfurecido, contempló la posibilidad de no volver a trabajar para ninguna revista.

Kertész dejó de realizar encargos y abandonó la fotografía durante tres años, ya que no quería ser arrestado ni tener problemas políticos para no perjudicar a Elizabeth, quien había iniciado un negocio de cosméticos (Cosmia Laboratories) con un amigo húngaro.

[2]​[5]​ A pesar de la fuerte competencia con otros fotógrafos como Irving Penn, Kertész continuó realizando encargos.

En junio de 1944, László Moholy-Nagy le ofreció un puesto como profesor en la New Bauhaus - American School of Design, pero Kertész rechazó la oferta.

[1]​[4]​[5]​[6]​ Aunque los temas que podía fotografiar eran limitados, Kertész fue enviado a varios lugares y casas famosos.

En 1963 participó en la IV Mostra Biennale Internazionale della Fotografia en Venecia y más tarde en ese año hizo una exposición en la Biblioteca Nacional de Francia en París.

[1]​[2]​[4]​[5]​[6]​ Durante este periodo Kertész experimentó con fotografías en color, aunque solo realizó unas cuantas de estas.

Allí Kertész tomó algunas de sus mejores fotografías desde que había llegado a los Estados Unidos.

Las fotos, realizadas con teleobjetivo, mostraban el parque cubierto de nieve con numerosas siluetas y huellas.

[2]​[4]​ En 1979 Polaroid le regaló una de sus nuevos modelos SX-70, cámara con la cual experimentó durante los años 1980.

Otros de los reconocimientos que recibió son: el Annual Lifetime Achievement Award del Maine Photographic Workshop (1984), el Californian Distinguished Career in Photography Award (1985), el primer Annual Master of Photography Award del International Center of Photography (1985) y un doctorado honorífico de la Parsons The New School for Design.

Aunque recibió numerosos premios por sus fotografías, nunca sintió que su estilo fuera aceptado de la misma manera por los críticos y la audiencia.

[8]​ Después de su muerte, su trabajo continuó recibiendo críticas positivas, siendo considerado un fotógrafo consistentemente fino.

[10]​ Varios fotógrafos han sido influenciados por los trabajos de Kertész, incluyendo a Henri Cartier-Bresson.

Circo, Budapest, 19 de mayo de 1920 .
Kertész (derecha) y Robert Doisneau en Arlés (Francia) en 1975.