Ana María Lorandi

Ana María se crio en el seno de una familia trabajadora que la nutrió no solo en los valores del sacrificio, del ahorro y de la vida austera, sino también en el amor por la lectura transmitido por su padre.Esta circunstancia le forjó una férrea disciplina laboral y familiar que la acompañó toda su vida.Allí creció su única hija, Valentina, luego sucedió su divorcio del músico Enzo Gieco y, mucho más tarde, el nacimiento de sus nietos.El abrazo intelectual entre la arqueología y la historia la obligó en esta nueva oportunidad a reenfocar el concepto del tiempo a gran escala propio de la arqueología al de los actores y acontecimientos, la coyuntura histórica o la larga duración.[1]​[3]​[4]​ Durante esos años había comenzado la reapertura democrática en Argentina, con la consecuente regularización y renovación de la vida académica mediante los nuevos concursos universitarios.En 1989 participó en la organización del I Congreso Internacional de Etnohistoria, que tuvo una gran receptividad y se replicó en América Latina hasta la actualidad.También se ocupó por desentrañar el mosaico étnico de los valles calchaquíes al momento del contacto e interpretar lo que entendía como desestructuración local.Aunque tenía consecuentes valores progresistas, no le interesaba la militancia política nacional y ni siquiera intentó vincular la narración histórica con las luchas indígenas de la actualidad.
Retrato de la Dra. Ana María Lorandi en su cumpleaños número 80. Foto tomada por Alina Boixadós Caba (2016).