Es una seta muy tóxica, y su ingestión provoca el mismo síndrome que Amanita muscaria, pudiendo llegar a ser mortal.
En su cutícula presenta numerosas placas blancas, que son restos del velo, de forma redondeada o puntiaguda.
Las toxinas responsables son derivados isoxazólicos: el ácido iboténico y el muscimol, que actúan como falsos neurotransmisores.
Como tratamiento, en caso de delirios y agitación intensos, se utiliza clorpromazina (0.5 mg/kg cada 6-8 horas, máximo 2mg/kg/día).
En los casos de agitación psicomotriz se pueden utilizar sedantes y anticonvulsivantes, debido a las convulsiones.
(Diazepam 0,1-0,2 mg/kg)[5] Para los signos anticolinérgicos graves, fisostigmina, administrándose la mínima cantidad necesaria por vía endovenosa.