El tubo debe ser lo más grande y ancho posible, de modo que fluyan libremente por él la solución de lavado, alimentos y el tóxico (sea en forma de cápsula, píldora o líquido), y así llevarse a cabo la expulsión con gran rapidez.
Para evitar la broncoaspiración debe colocarse antes del lavado un tubo endotraqueal con un manguito inflable, si el paciente está comatoso, tiene convulsiones o ha desaparecido su reflejo nauseoso.
Durante el lavado gástrico, hay que colocar al individuo en decúbito lateral izquierdo, por la asimetría anatómica del estómago, con la cabeza colgando boca abajo sobre el borde de la mesa de exploración.
El contenido del estómago debe aspirarse con una jeringa de lavado y guardarse para análisis químico.
El lavado debe repetirse hasta que el líquido que salga esté claro, lo cual necesita 10 a 12 “lavadas” y un total de entre 1,5 y 4 l de líquido.