Ambos hermanos mantendrán una relación muy unida hasta el fallecimiento de Pablo.
En el año1403, Benedicto XIII nombró a su hermano Pablo obispo de Cartagena.
En el año 1407, Fernando I será acompañado por Álvar durante las campañas militares en Andalucía y al año siguiente lo proclama como escribano de la corte real.
Este suceso ratificó la gloria del infante de Castilla y le benefició a Álvar para convertirse en cronista regio.
Su posición económica mejoró notablemente en los próximos años mediante la adquisición de tierras e inmuebles en Pampliega (Burgos).
También fue testigo de los acontecimientos que se desarrollaron en Alcántara, en julio del año 1431.
Allí don Álvaro de Luna capturó al infante Pedro y puso fin a la resistencia armada que había ejercido junto con su hermano el infante Enrique.
Don Álvar García fue elegido por el regente don Fernando I de Aragón para continuar las crónicas reales que se encontraban interrumpidas desde el año 1395, en que Pero López de Ayala termina su labor como cronista para dedicarse al estudio y a las letras.
Como consecuencia de las negligencias y las detenciones que tuvo la crónica, se había producido ya una refundición.
Lorenzo Galíndez hace todo lo posible para organizar la obra y procede a enumerarla en partes:[6] En la primera parte, reconoce la autoría de Álvar desde el año 1406 hasta 1420.
Aquí, don Álvar, se limita a registrar los hechos militares y políticos protagonizados por el regente Fernando I de Antequera.
La última copia se custodia en la Bibliothèque Nationale de France (París).
Diccionario Filológico de Literatura Medieval Española, Madrid, Castalia, pp.
Historia Crítica de la Literatura Española, Madrid, José Fernández Cancela.