Alonso de Céspedes

Alonso de Céspedes (Horcajo de Santiago,[1]​ 1518-Albuñuelas, 1569), llamado el Bravo y el Alcides castellano, fue un militar español celebrado por su fortaleza.

Fue él, de hecho, según Méndez Silva, quien con otros nueve soldados, cruzando de noche las aguas heladas del río Elba, desnudos y sujetando en la boca las espadas para formar un puente con las barcas que los enemigos tenían en la orilla opuesta, posibilitó el cruce del río por las tropas imperiales, dándoles la victoria.

Cuenta Méndez Silva que una noche volviendo a su casa, al pasar por los portales oscuros del Alcaná de Ciudad Real, le salió un bulto grande con el que riñó y ambos comenzaron a darse golpes tan fieros que en poco tiempo se le hizo astillas la rodela y quebró la espada, siguiendo luego la lucha a brazo partido.

Ese trato dado por Lope a las mujeres de la familia disgusto al parecer a sus descendientes, según confesó Lope al duque de Sessa, por lo que habría colocado al frente de la comedia una nota «al lector» advirtiendo que los amores de Céspedes se podían entender como fábula, introducida solo por adornar la comedia, «y las hazañas de Céspedes como verdadera historia», añadiendo el elogio de María de Céspedes, «tan insigne por su virtud como por su sangre y valentía, y celebrada entre las mujeres ilustres de aquel tiempo, sin reconocer ventaja a las más valerosas del pasado, e igual a Camila, Zenobia, Lesbia e Isicratea».

Saliendo de Tablate para encontrarse con Antonio de Luna, al llegar a lo alto de la sierra entre Restábal y las Albuñuelas, cuenta el cronista Luis de Mármol Carvajal, se encontró con un grupo de rebeldes y, desviándose del camino que llevaba, cargó contra ellos; en ese momento, «los tiradores comenzaron a trabar escaramuza y a la primera rociada le dieron un escopetazo por los pechos, que le pasó un peto fuerte que llevaba, y le derribó muerto en tierra [...] No pudo don Antonio de Luna socorrerlos, hallándose de la otra parte de un gran barranco [...] Algunos dixeron que don Antonio de Luna no avía querido socorrer al capitán Céspedes, mas no se debe presumir semejante crueldad en caballero Christiano, ni aunque le socorriera llegara a tiempo de poderle salvar la vida, porque le mataron luego como començó la escaramuza, antes se entendió aver sido causa de su muerte su demasiado ánimo, y quererse meter donde estavan los moros de todo el valle por ventura con deseo de hacer algún efecto importante».

Juan de Noort , Retrato de Alonso de Céspedes, ilustración de Compendio de las más señaladas hazañas que obró el capitán Alonso de Céspedes, Alcides Castellano de Rodrigo Méndez Silva. Madrid, 1647. Biblioteca Nacional de España .