Parece estar presente un término árabe, ġadîr (balsa, charca), cuyo plural ġudur, que en lengua clásica se acentúa en la primera sílaba, habría dado lugar al topónimo.
Ello exigiría una preservación del acento clásico que no parece comprobarse, a juzgar por las menciones literarias acopiadas por Terés.
Las lluvias se concentran principalmente en dos épocas del año, la primavera y el otoño, habiendo por el contrario una marcada sequía estival.
Las especies animales más habituales son los conejos, liebres, pequeños roedores, cigüeñas, golondrinas, milanos y lechuzas.
El arroyo atraviesa parte de la comarca, la Tierra del Pan, para finalmente desembocar en el río Duero.
El emplazamiento actual del pueblo se origina en la repoblación medieval, llevada a cabo durante el avance de la Reconquista para ocupar las tierras próximas al Duero durante el reinado de Alfonso III en el siglo X.
Fue edificado en sillería y mampostería en el siglo XVII con espadaña de ladrillo enfoscado.
Esta parroquia convivió con otra dedicada a Santo Tomé, cerrada al culto en el siglo XVII y luego utilizada como panera.
Se conserva aún construcciones realizadas a base de barro, piedra, teja y madera.
Estos elementos reunían tres condiciones básicas de la arquitectura popular: ser útil, ser barata y encontrarse en un entorno relativamente pronto.
Las viviendas son sencillas, de una sola planta, con pórtico de entrada y vestíbulo, desde donde se pasaba a las salas con alcobas, habitaciones, escalera del sobrao y a la cocina con hogar.
En la galería principal se abren sisas para almacenar las cubas, tinajas y toneles que conservan el vino.
Se celebran las populares Águedas en el mes de febrero, cuando las mujeres toman el relevo en el mando a los varones.
Luego, en San Marcos, el 25 de abril, hay misa y posterior procesión con la imagen del santo, pasando por campos para bendecirlos.
Puede practicarse la caza menor en los lugares y fechas establecidos, ya que abundan especies como las perdices, liebres, conejos o palomas torcaces, entre otros.