Alfonso Fernández de Córdoba

[18]​ Conviene señalar que Alfonso Fernández fue el primer miembro de su familia que usó el apellido Córdoba[4]​[19]​ y también que pertenecía, como señaló Nieto Lozano, a dos de las más «linajudas» familias cordobesas, los Témez y los Muñoz.

[19]​ En dicha nómina se menciona que en ese año a Alfonso Fernández le correspondieron 5000 maravedís y que debía servir con cuatro caballeros en la guerra fronteriza con el reino nazarí de Granada, por lo que recibía 1250 maravedís para la manutención de cada uno de esos cuatro caballeros.

[23]​ El historiador Antonio Cabeza Rodríguez, por su parte, señaló que Alfonso Fernández:[9]​El rey Sancho IV de Castilla solicitó a la ciudad de Córdoba que concediera alguna heredad de su término a Alfonso Fernández, que era por entonces alguacil mayor de dicha ciudad, como recompensa por sus servicios al rey y a la propia Córdoba,[24]​ aunque Vázquez Campos añadió que fue en recompensa por haber participado en las conquistas de Baena, Luque y Zuheros.

[25]​[c]​ En 1296 Alfonso Fernández y sus hijos Fernando Alfonso y Martín Alfonso contribuyeron a defender el municipio cordobés de Baena de los ataques del rey Muhammad II de Granada, participando también en dicha defensa numerosos nobles cordobeses.

[29]​ Y en 1296, y a las órdenes del célebre caballero Guzmán el Bueno, Alfonso Fernández acudió en ayuda del infante Enrique de Castilla el Senador, que era hijo del rey Fernando III de Castilla y tutor del rey Fernando IV durante su minoría de edad, ya que los musulmanes habían derrotado en una batalla librada cerca de Arjona al infante Enrique.

[4]​ Cabeza Rodríguez señaló que durante los reinados de Sancho IV y de Fernando IV Alfonso Fernández participó en los combates más destacados con los musulmanes granadinos, por lo que sería recompensado por los monarcas castellanos debido a «su arriesgado trabajo de vigilancia y control fronterizo y por las pérdidas económicas y humanas que conllevaba».

[34]​ Y en relación con dicha lugartenencia, Braulio Vázquez Campos señaló que:[25]​ En 1307 Fernando IV comunicó a Alfonso Fernández, a quien se dirigió como «nuestro alguasil de Córdoba e adelantado en la frontera por el infante don Juan», que había convocado Cortes en Valladolid en ese mismo año para solucionar los perjuicios y abusos que sufrían sus súbditos por culpa de los infantes, ricoshombres y de los demás «hombres poderosos» de Castilla.

[41]​ El día 26 de diciembre de 1317 el infante Pedro, en calidad de tutor del rey Alfonso XI, escribió una carta al adelantado Alfonso Fernández en la que le ordenaba que revisara el pleito que enfrentaba al concejo de la ciudad de Baeza y a sus aldeanos sobre el pago de los yantares, que ya había sido juzgado por el alcalde real Juan Guillén, y que procediera a rectificar la sentencia emitida por el mencionado alcalde «con fuero e con derecho».

[48]​ En dicha reunión también se acordó que no se aceptaría a nadie como adelantado mayor de la Frontera a menos que lo hicieran por unanimidad los miembros de la hermandad, y se exigió al adelantado mayor, Alfonso Fernández de Córdoba, que hiciera cumplir las resoluciones allí acordadas.

[56]​ Otros historiadores han añadido que los Fernández de Córdoba siempre apoyaron a la reina María de Molina y a su hijo, el infante Felipe,[57]​ y también que Alfonso Fernández, «a la cabeza de su poderosa familia» y junto con sus aliados, siempre fue leal al rey durante las grandes «perturbaciones y revueltas» acaecidas durante la minoría de edad de Alfonso XI.

[24]​ En el otoño de 1320 hubo graves enfrentamientos en Córdoba[f]​ entre los partidarios de Don Juan Manuel y los oficiales reales que representaban a la Corona y que defendían la legalidad vigente.

[61]​ Pero la reina no accedió a sus demandas,[62]​ argumentando que el privilegio de nombrarlos siempre había correspondido al rey, y les aconsejó que cuando se reunieran las Cortes del reino enviaran sus «mandaderos» para que presentaran allí sus peticiones y todo quedara resuelto en beneficio del rey y de la propia ciudad de Córdoba,[63]​ según consta en la Crónica de Alfonso XI.

[54]​[g]​ Y el historiador Iluminado Sanz Sancho, por su parte, manifestó que:[51]​

[72]​ A lo largo del año 1320, Alfonso Fernández se mantuvo en el cargo de adelantado mayor de la Frontera, pero hay constancia de que en abril de 1320 Juan el Tuerto, que era hijo del infante Juan de Castilla y tutor del rey Alfonso XI junto con Don Juan Manuel y el infante Felipe, también ejercía dicho cargo al mismo tiempo, por lo que Vázquez Campos se preguntó si Alfonso Fernández habría sido un «delegado» de Juan el Tuerto en el adelantamiento andaluz durante ese periodo,[73]​ aunque dicho autor señaló que la única certeza que hay sobre ello es que al final Alfonso Fernández acabó convertido en uno de los partidarios del infante Felipe.

[80]​[81]​[10]​ Curiosamente, en su segundo testamento Alfonso Fernández se autodenominó «adelantado mayor por el Rey en toda la Frontera»,[77]​ aunque en opinión de Vázquez Campos dicha afirmación sólo era una «pretensión» por parte del testador, ya que desde octubre de 1325 el mencionado cargo comenzó a ser desempeñado por Don Juan Manuel, aunque también cabe la posibilidad de que la autoridad de este último aún no hubiera sido «reconocida» en toda Andalucía.

[78]​ En su segundo testamento Alfonso Fernández ratificó la creación de los dos mayorazgos en favor de sus hijos que ya había establecido en el primero[12]​ y ordenó que su cadáver debería recibir sepultura en la capilla mayor del convento de San Agustín de Córdoba,[75]​ aunque su cadáver no debería ser llevado allí hasta que la mencionada capilla no estuviera acabada y según las escrituras y conciertos que había hecho con dicho convento cuando le entregó el solar en el que se estaba construyendo.

[84]​ Alfonso Fernández y su esposa hicieron en sus testamentos, como señaló Fernández de Béthencourt, «grandiosos legados a lugares píos, muchas limosnas y mandas cuantiosas a sus servidores y criados», aunque especialmente destacadas fueron sus donaciones para la capilla de San Bartolomé de la catedral cordobesa, cuyo patronato dejaron agregado al mayorazgo de su hijo primogénito, Fernando Alfonso.

[84]​ Al mismo tiempo ratificó la fundación de los dos mayorazgos para sus dos hijos, Fernando Alfonso y Martín Alfonso,[75]​[77]​ y les cedió la Dehesa de Galapagar, y a sus nietas Constanza e Inés, que eran hijas de su hija María Alfonso, les dejó la mitad de «todas sus ropas y joyas» a excepción de las dos sortijas que pertenecieron a su cuñado, el arcediano Rodrigo Fernández, y que legó a su nieto Alfonso García de Sotomayor.

[80]​[81]​ Sin embargo, el padre Francisco Ruano, en su obra Casa de Cabrera en Córdoba, afirmó que Alfonso Fernández murió peleando contra los musulmanes[o]​ aunque sin que se conozca la fecha exacta de su muerte,[32]​ y el abad de Rute, por su parte, señaló erróneamente que murió en Castro del Río a finales de 1325 y después de haber otorgado su segundo testamento.

Castillo de Cañete de las Torres. ( Provincia de Córdoba ).
Ruinas del castillo de Alcalá de los Gazules. ( Provincia de Cádiz ).
Retrato que se supone representa a Don Juan Manuel, nieto del rey Fernando III de Castilla . ( Catedral de Murcia ).
Portada principal de la iglesia de San Agustín de Córdoba.
Capilla de San Felipe y Santiago de la Mezquita-catedral de Córdoba.