Acerbo nimis

El papa inicia la encíclica señalando la difícil situación en que se encuentra la Iglesia El papa es consciente de que, ante esta situación, se señalan distintas causas, sin rechazarlas considera que la actual debilidad de las almas proviene ante todo de la ignorancia de las cosas divinas.

El papa no niega que con el conocimiento de la religió pueda coexistir la malicia del alma y la corrupción de las costumbres, pero con la ignorancia envuelve al espíritu no es posible la rectitud de la voluntad ni las costumbres sanas.

En la encíclica Pío X insiste en la diferencia entre estos dos deberes: al predicación propia de le homilía en la santa misa no puede satisfacer el deber de enseñar el Catecismo, porque Como modo concreto de cumplir con este deber, el papa formula unas normas prácticas, que pueden resumirse así: Tras enunciar estas normas, el papa escribe No obstante el papa aclara nadie piense que la sencillez con la que hay que ensañar no hace necesario trabajo y meditación; en realidad es más fácil hallar un orador que hable con brillantez, que un catequista que instruya adecuadamente.

La encíclica concluye insistiendo en los estragos que produce en las almas la ignorancia de las cosa divinas.

El mismo año en que publicó Acerbo nimis, 1905, el papa hizo editar para la diócesis de Roma un catecismo con el título de Compendio della dottrina cristiana, organizado en forma dialogada, con respuestas breves y sencillas de entender y retener.

Portada de la edición de 1913 del Catecismo de San Pío X