Ópera alemana

En este artículo se mencionan brevemente los trabajos de compositores alemanes o austríacos que han sido escritos en otras lenguas.

Tres décadas más tarde Heinrich Schütz toma el mismo libreto en una traducción del poeta Martin Opitz, creando así la primera ópera en lengua alemana.

Otro importante desarrollo fue la fundación del Theater am Gänsemarkt en Hamburgo en 1678, dirigido a la clase media que prefería ópera en su propio idioma.

Inicialmente todas las obras presentadas en Hamburgo estaban basadas en temas religiosos, en un intento por evitar las críticas de las autoridades eclesiásticas piestistas, que indicaban que el teatro era inmoral; pero Keiser y sus compañeros compositores, entre ellos Johann Mattheson, sumaron nuevas temáticas, incluyendo históricas y mitológicas.

Hasse también escribió óperas para la corte de Federico II el Grande en Berlín, al igual que Carl Heinrich Graun.

A menudo, en esta etapa, teniendo argumentos sentimentales y música extremadamente simple, los singspiele no podían compararse en sofisticación artística con las óperas serias contemporáneas, situación que cambiará en la siguiente era musical.

La gran figura de principios del período clásico fue Christoph Willibald von Gluck, pero sus reformas pioneras estuvieron dirigidas a las ópera italiana y francesa, no al repertorio alemán.

Aunque seguía contando con los elementos absurdos tradicionales, Mozart agregó una nueva seriedad, particularmente en la música de Sarastro y sus sacerdotes.

Algunos incluyen esta obra dentro del singspiel, por lo cual se dice que Beethoven no aportó cambios notables al género operístico.

En los primeros años del siglo XIX, un vasto movimiento cultural, conocido como Romanticismo, comenzó a ejercer sus influencias sobre los compositores alemanes.

El romanticismo ya estaba firmemente establecido en la literatura alemana con escritores como Ludwig Tieck, Novalis, Joseph von Eichendorff y Clemens Brentano.

Tanto Hoffmann como Spohr tomaron la forma básica del Singspiel como punto de partida pero comenzaron a agrupar los números individuales en escenas extendidas.

También emplearon reminiscence motifs, recurriendo a temas musicales asociados con personajes o conceptos en la ópera, abriendo camino al uso del leitmotif de Wagner.

La popularidad de piezas como Zar und Zimmermann persiste aún en Alemania, aunque sus obras raramente sean representadas en el exterior.

Deben mencionarse también dos grandes compositores de la era, que escribieron sus principales obras en otros géneros, pero también compusieron óperas: Franz Schubert y Robert Schumann.

El veredicto en las óperas de ambos compositores ha sido generalmente que, aunque contienen excelente música, poseen demasiadas debilidades dramáticas como para ser aclamadas como grandes obras en escena.

Sus primeros experimentos siguieron los ejemplos dados por Weber (Die Feen) y Meyerbeer (Rienzi), pero su principal influencia formativa fue probablemente la música sinfónica de Beethoven.

También trajo una nueva dimensión filosófica a la ópera con sus obras, las cuales estaban basadas en historias de la mitología germánica y las leyendas arturianas.

Las innovaciones de Wagner cayeron como una inmensa sombra sobre los compositores siguientes, que intentaban absorber sus influencias sin perder su propia individualidad.

Los tres compositores sufrieron persecución y fueron eclipsados bajo dominio nazi, quienes condenaban sus obras como entartete Musik («música degenerada»).

A fines del siglo XIX, una nueva y ligera forma de ópera, la opereta, se tornó popular en Viena.

Siguiendo el ejemplo de Wagner, Richard Strauss, Zemlinsky y Schreker empujaron la tonalidad tradicional hasta sus límites absolutos.

Schoenberg intentó componer Moses und Aron como su obra maestra en el género, pero resultó inconclusa debido a su muerte.

Esto explica, quizás parcialmente, porqué se han conservado sus óperas en repertorio estándar, a pesar de su música y argumentos polémicos.

El italiano Ferruccio Busoni abriendo su propio surco, intentó fundir Bach con las culturas de vanguardia, mediterránea y germánica, en su música.

Hindemith estuvo interesado también en situar la vida contemporánea en escena con sus óperas (un concepto denominado Zeitoper), al igual que Ernst Krenek, cuyo Jonny spielt auf (1927) tiene como protagonista a un violinista de jazz.

Ahora Hindemith respondió al advenimiento del Tercer Reich con su obra principal, Mathis der Maler, un retrato de un artista que intenta sobrevivir en épocas hostiles.

En 1940, Hindemith parte desde Suiza hacia Estados Unidos, uniéndose al éxodo transatlántico de compositores entre los que se hallaban Schoenberg, Weill, Korngold y Zemlinsky.

Algunos compositores de ópera, incluyendo a Carl Orff, Werner Egk y el anciano Richard Strauss, permanecieron en Alemania acomodándose lo mejor posible al régimen imperante.

Karlheinz Stockhausen se situó en una dirección más vanguardista con su enorme ciclo operístico basado en los siete días de la semana, Licht (1977–2003).

La ópera berlinesa « Unter den Linden ».
Ópera Estatal de Viena , uno de los principales centros operísticos del mundo.
Heinrich Schütz.
Cartel del estreno de La flauta mágica .
Der Freischütz , 1822.
Tristan e Isolda , acto II.
Robert Sterl Schuch conduciendo Der Rosenkavalier .
Arnold Schoenberg en 1948.
Paul Hindemith en 1923.